Ramatís

nuestro mundo exterior, y eso, tanto lo hacemos en el plano 

astral como estando reencarnado en el plano físico. Pero, debéis 

convenir que esa creación al ser un producto de nuestra volun-

tad, tanto se manifiesta en el mundo exterior como en cualquier 

ambiente que quisiéramos vivir. ¡Sin duda que edificamos el 

cielo nosotros mismos, cuando nuestros sentimientos superio-

res reaccionan placenteramente, como también construimos 

el infierno como consecuencia de las creaciones bárbaras que 

mantenemos peligrosamente en nuestro campo mental! Pero, 

todo lo que se produce en la intimidad de nuestro espíritu y que 

sucede en un campo vibratorio diferente al de la materia, es un 

fenómeno que se relaciona con el mundo astral que nos rodea, 

es un proceso de relaciones, algo semejante al que se realiza 

en los mundos materiales, variando solamente los recursos, que 

en las regiones más delicadas se obtiene fundamentalmente a 

través de nuestras fuerzas mentales. Por lo tanto, no usamos 

guadañas, trituradoras, excavadoras en los ambientes de fluidos 

sutilísimos, pues el extraordinario poder de la mente actúa con 

éxito y se vuelve capaz de aglutinar las energías del medio para 

construir las formas deseadas.

Cuando alcanzamos a armonizar en nuestro actual curso 

educativo, mantenemos contactos con las formas y de ellas nos 

servimos para extraer enseñanzas más avanzadas, mientras que 

en las zonas inferiores, en donde la sustancia astral es agresi-

va, rígida, pútrida y letárgica, se anulan los heroicos esfuerzos 

mentales de sus edificadores. Hay regiones astrales inferiores 

al plano de la superficie terrestre, que debido a su vigorosa 

densidad nos obliga a construir poderosos instrumentos, que 

confeccionamos con la misma sustancia repulsiva del medio 

en donde pretendemos actuar. Entonces, nuestros esfuerzos se 

centuplican dinámicamente, ultrapasando las aflicciones y las 

fatigas de los rudos operarios que, al igual que en el mundo 

terreno, trabajan en el interior de las minas de plomo, sofocados 

por la emanación de gases opresivos. Si nosotros viviésemos 

una exclusiva vida de abstracción mental, si nos apoyáramos en 

relieves exteriores que nos sirviesen de sustentación personal, 

entonces nuestros queridos entes desencarnados no dejarían de 

ser imágenes “virtuales” o falsas creaciones, para terminar sien-

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