Ramatís

exterior, lo que representa la energía en su última etapa de ela-

boración.

Pregunta: Lo que nos deja algo confusa en las comunica-

ciones de los espíritus, es la necesidad de comprender “al pie de 

la letra” la existencia de montes, ríos, casas, árboles, animales, 

vehículos y pájaros, que forman parte del mundo del Más Allá, 

pero que éstos están conformados en otra sustancia más sutil o 

de otra especie. Nos sorprenden esas configuraciones tan terre-

nas, cuyos relatos son bastante insuficientes, para satisfacer a 

nuestra exigencia mental. ¿Qué podéis decirnos sobre esa difi-

cultad de comprensión que padecemos?

Atanagildo: Es muy natural que así sucede con vuestra 

mente, pues, no tenéis en cuenta, al razonar, la diferencia que 

hay entre el plano vibratorio de los dos mundos. Al proceder así, 

imitáis al pez, que por basarse exclusivamente en su modo de 

vida acuático, de donde extrae el oxígeno, resolviese descartar 

la posibilidad de que otros seres pudiesen vivir fuera del agua... 

Entonces estarían equivocados tanto los peces que no creen en 

la vida fuera del agua, no regida por la ley del medio líquido, 

como la de los pájaros que no admitiesen la vida en el océano, 

basándose solamente en las leyes habituales del aire libre. Mien-

tras tanto, desde el momento que se cambien las agallas de los 

peces y se les coloquen plumas y alas, lógicamente podría volar 

en la atmósfera; substitúyanse las plumas de los pájaros por es-

camas y el aparato respiratorio de las agallas de los peces y ellos 

también se moverán libremente en el medio acuático.

La equivocación proviene, sin duda, porque os afirmáis en 

las leyes de un plano conocido, para después intentar compren-

der los fenómenos correspondientes a los planos opuestos. Sería 

tan absurdo intentar golpear el vapor de agua con un martillo 

de hierro, como doblegar el hierro con un martillo de humo. He 

ahí el motivo del porqué no debéis imaginar a los espíritus —de 

naturaleza etérea-astral e invisibles a los ojos humanos— mo-

viéndose en un escenario material como el de la Tierra, porque 

estaréis equivocados. En realidad, nos servimos del periespíritu 

para movernos, lógicamente, en el medio astral así como el reen-

carnado se desliza con toda naturalidad en el mundo material, 

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