La Vida Más Allá de la Sepultura 

Se trata de un hermoso edificio, construido con la sustancia 

de nuestra esfera, que nos recuerda a un indescriptible trabajo 

de joyería, tallado en cristal purísimo y luminoso, en forma de 

filigrana que forma admirables relieves en el interior de sus pa-

redes alabastrinas. Durante la noche, cuando el cielo se inunda 

de suave luz eterizada, el santuario se ilumina, como si estuvie-

ra envuelto en la tierna claridad de la luna; ningún cuento de 

hadas os podría ofrecer un espectáculo de mayor fascinación y 

belleza, en su prodigiosa tonalidad plateada, que por momentos 

se esfuma en un suave halo de color, poseedora de una gran 

luminosidad. Su aura está remarcada por una hermosa franja 

de matices liliáceos, que rápidamente se polariza en un rosado 

claro y dulcísimo, recordándonos un amplio manto de armiño, 

revoloteando en la atmósfera balsámica que nutre incesante-

mente por medio de las flores del inmenso jardín. De día, el 

santuario parece una preciosa joya de alabastro, rodeado por 

las siete torres, que la luz solar hace resplandecer bajo reflejos 

azul y rosa, adornados por facetas  color amarillo  dorado y de 

un topacio fascinante.

El templo descansa en el seno de un esplendoroso manto de 

vegetación verde brillante, que en forma de un extenso cinturón 

aterciopelado, abraza a la base en forma amorosa. Se trata de 

un césped olorífero, salpicado de ramos de flores azules con ma-

tices plateados, que se forman en delicados grupos, entremez-

clados por cordones de florcitas, parecidas a los frutos maduros 

de la morera, como si fueran rubíes chispeando a la luz del Sol.

Pregunta: ¿Podríais darnos algunos detalles más, sobre ese 

templo?

Atanagildo: Aunque su disposición arquitectónica lo ase-

meja a la figura suntuosa de una catedral terrena, por sus líneas 

maravillosas, se identifican el poder y la sabiduría del espíritu 

genial, en feliz combinación con la ternura y la bondad del san-

to. Gracias a la naturaleza elevada de la esencia espiritual que 

interpenetra a todos los seres y el ambiente de la metrópoli, 

ese templo, además de representar la síntesis de todas las ex-

presiones arquitectónicas de la ciudad, simboliza también, la 

fuente principal de la vida emotiva de sus habitantes. Vibra con 

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