EL TEMPLO DEL GRAN CORAZÓN
Pregunta: A través de diversas comunicaciones mediúm-
nicas, hemos obtenido informaciones, las cuales dicen que en
las ciudades astrales existen templos, en donde se rinde culto
a la divinidad. ¿Por ventura, en ambientes tan espiritualizados
como el de la metrópoli que nos describís, aún se sirven de las
liturgias u oficios religiosos, en lugar del elevado entendimiento
espiritual que debe predominar entre sus habitantes?
Atanagildo: Os repito; aquí cultivamos el producto de nues-
tras creaciones y condiciones adquiridos en la Tierra, sin vio-
lentar el gradual progreso espiritual, que sólo se efectúa por la
liberación paulatina de los convencionalismos de los mundos
materiales. Aunque en nuestra esfera se note cierta analogía
con las costumbres terrenas, éstas, son de orden más sublimado
en la sustancia, pero más íntimamente ligado al santuario de
nuestro espíritu. En realidad, nuestro medio, si lo comparamos
con el de la Tierra, muestra en su armonía “exterior” el exacto
equivalente de nuestra evolucionada voluntad “interior”. Nues-
tro ambiente astral es el resultado exacto, de nuestra capacidad
espiritual. En el Más Allá, vivimos el fruto de nuestras idea-
lizaciones terrenas, pero en sentido más sublimado, buscando
apoyo en expresiones cada vez más elevadas, que corresponden
perfectamente a los ideales superiores, adquiridos a través de
la vida material. He ahí porqué los verdugos, los avaros, los
egocéntricos o los malhechores, si sitúan específicamente en las
zonas abismales y en los pantanos fétidos del astral inferior,
pues, la naturaleza repugnante, del plano en donde se colocan,
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