La Vida Más Allá de la Sepultura
modesto pensar, la Tierra es una empobrecida prolongación de
nuestras esferas astrales, por donde converge la vida, como una
pobre imitación de la realidad espiritual, que usufructuamos
lejos del cuerpo carnal. Aquí, se nota cierta semejanza entre las
actividades sociales, artísticas, arquitectónicas o psicológicas,
nuestras y terrenas, pero no debéis considerar que lo sucedi-
do aquí, en el astral, sea una copia mejorada de vuestra vida
material. Ese es uno de los motivos porque en los comienzos a
muchos desencarnados les cuesta convencerse que han abando-
nado el cuerpo físico, por el hecho de continuar con sus costum-
bres y tareas, en un panorama algo semejante al que dejaron al
desencarnar.
Pregunta: ¿Aunque existan esas semejanzas con la Tierra,
como podríamos tener una idea aproximada de la superioridad
del mundo astral sobre el mundo físico?
Atanagildo: Confrontando la materia que constituye el pa-
norama del mundo terreno, con la sustancia astral, que compone
la vida en nuestra esfera, ésta ofrece siempre, particularidades
avanzadas y diferenciales, ya sea por su tratamiento o movi-
lidad, para la conservación de las cosas. En el mundo astral,
son los pensamientos de sus habitantes, los que actúan con más
fuerza en sus creaciones y cuanto más elevadas son esas regio-
nes en el Más Allá, con más efectividad e independencia actúan
las fuerzas mentales. A medida que se desciende en el astral in-
ferior, se debilita la posibilidad de aplicar esa energía producida
por la mente del espíritu, es entonces, cuando se necesita echar
mano a recursos y operaciones, que mucho se asemejan a los
utilizados en la Tierra.
Pregunta: ¿Existe en vuestro plano, alguna atmósfera es-
pecífica que limite la visión de las cosas o bien se trata de un
panorama uniforme y sin límites?
Atanagildo: Las cosas que observo en este plano, cuando
son observadas desde lejos, no se oscurecen, tal como sucede en
la Tierra, por lo menos para mí, no se deshacen ni se oscurecen.
Las flores, aunque se corten por sus tallos no se marchitan v los
frutos no se pudren, como sucede en la Tierra, pues los árboles
81