La Vida Más Allá de la Sepultura 

aclaraban principios superiores que habían sido tergiversados 

por los hombres. Las sectas y sus divisiones, son consecuencias 

directas de la ignorancia humana, adherida a la enfermiza idea, 

que existe separación en la esencia espiritual del Creador.

La Iglesia Romana y el Protestantismo en general, serían 

movimientos de alta educación espiritual en los que podríais 

confiar incondicionalmente, si solamente no repudiaran la Ley 

de la Reencarnación, el proceso justiciero de la Ley del Karma 

y la revelación progresiva de los desencarnados. Si en lugar de 

defender la infalibidad del génesis bíblico, la idea del paraíso, 

como si fuera una sucursal de las religiones oficiales, el Infierno 

oel Diablo eterno, ya que tanto desmienten la finalidad inteli-

gente de la Creación Divina. Mediante ese nuevo capítulo que 

garantizaría la lógica doctrinaria, desafiaría el sarcasmo del 

mundo; los postulados católicos-romanos o protestantes, nun-

ca serían perturbados o ironizados, volviendo invulnerables las 

críticas, censuras materialistas, como hoy sucede. Sólo así, esos 

credos, podrían satisfacer completamente a los fieles del siglo 

atómico, exponiéndoles las realidades exactas e inteligentes del 

Más Allá, en lugar de historietas precarias y hoy rechazadas 

hasta por los niños.

Ya es tiempo, que el hombre terreno, despierte hacia la rea-

lidad espiritual, a fin de asumir la responsabilidad de su propio 

destino y que comprenda de una vez, que otros hombres, por 

más que representen altas jerarquías religiosas en el mundo, 

no les podrán proporcionar la ventura, que solamente han de 

encontrar por sí solos en la intimidad de su ser.

Lo importante, entonces, es terminar para siempre con esa 

tergiversación sobre la verdadera vida que vivimos en el Más 

Allá y que la obstinación sacerdotal aún aflige a las inconscien-

cias inmaduras de los hombres terrenos, llevándolos a creer en 

un panorama infantilizado, a la vez que ridículo, con respecto 

al buen sentido del Creador. El mundo astral es lugar de traba-

jo digno, en donde las almas laboriosas y sensatas, trabajan y 

organizan su ventura eterna, pero sin privilegios religiosos que 

tanto desfiguran, la Justicia y la Sabiduría Divina. Sin la espe-

ranza de la renovación espiritual y con la seguridad que Dios 

concede nuevos ciclos reencarnatorios para que el alma lave 

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