La Vida Más Allá de la Sepultura 

situado entre hermosos canteros de flores y en el centro de uno 

de los bosques destinados al efecto. ¿Cuál creéis vosotros que 

debiera ser la relación fundamental psíquica, entre los cantos y 

las danzas infantiles de esas agrupaciones de niños, con relación 

al bosque y a las flores de los jardines adyacentes? Para los téc-

nicos de aquí, lo interesante era encontrar el diapasón que fuera 

capaz de identificar la alegría común, el dinamismo festivo, la 

inocencia y la espontaneidad de los pequeños. Para establecer 

ese lazo psíquico o diapasón espiritual, los responsables crea-

ron un ambiente que estuviera de acuerdo a las manifestaciones 

psicológicas de las criaturas, que no se deben confundir con los 

tradicionales ambientes “infantiles”, muy comunes en la Tierra, 

atentos sólo al nivel mental. Aquí todo se ajusta a la identifica-

ción emotiva mental y espiritual de los pequeñitos; las flores de 

los canteros son pequeñas, dinámicas y elegantes, y se mueven 

fácilmente al contacto de la brisa suave; los arbustos que las 

rodean, también son pequeños y al balancearse suavemente, 

exhalan un perfume que recuerda la fragancia característica de 

las ropas de las criaturas, sanas, limpias y perfumadas. Para que 

los niños se diviertan junto a los lagos, y no les resulte monó-

tono, y que a su vez no tenga el aspecto grave de ocupaciones 

adultas, que en nada se asemejan a los toques maravillosos de 

sus manifestaciones, existen alrededor de los lagos, pequeños, 

que lanzan sonidos agudos y cristalinos, uniéndose admirable-

mente a la expresión infantil.

Los edificios en donde viven los niños, son pabellones que 

parecen bosquejados con inquietos y ricos colores, que parecen 

asociarse a los movimientos infantiles, pues, en base a la natu-

raleza cristalina o etérea de la sustancia astral de nuestra mora-

da, se forma una amalgama policrómica que fertiliza todas las 

cosas y las anima, bajo el toque sensitivo de las disposiciones 

festivas. La irradiación de los riachos se une al aire de travesura 

de los árboles bulliciosos y la policromía de las flores; entonces, 

se aviva la figura central del pabellón y los chorros de luz colori-

do convergen hacia el pecho de los pequeñitos, que al saturarse 

de esos colores luminosos, se entregan a los más encantadores 

cantos, del mundo espiritual.

69