Ramatís
ponsabilidades espirituales. Más tarde, debido a la capacidad y
al espíritu de superación de sus moradores, mereció la inspec-
ción de elevados espíritus, residentes en los planos superiores,
los cuales elogiaron los trabajos de la comunidad y la ligaron
directamente al departamento angélico responsable por la evo-
lución espiritual del Brasil, que se acredita por consecuencia, la
jerarquía directora de la América del Sur. Después fue trazado
el templo augusto con sus siete torres, sustituyendo definitiva-
mente a la vieja “Casa de Oraciones”, que sólo enviaba vibra-
ciones cordiales hacia el astral inferior. Bajo la inspiración de
esos elevados arquitectos de lo Alto, que conocemos como “los
señores del pensamiento disciplinado”, los edificadores menta-
les de nuestra metrópoli, sometieron la sustancia destinada al
templo, a ciertos procesos que no estoy autorizado a revelaros,
principalmente, en la construcción de la torre principal que
mira hacia Oriente, sede del elemento divino, representando el
“canal” de unión de nuestro plano con la fuente generosa de las
comunidades angélicas de la séptima esfera.
Es por eso, que a la noche, cuando observo la metrópoli a
distancia, me parece un prodigioso mundo de hadas, suspendi-
do en la región superior, como si el cielo se abriese para dejar
pasar una encantadora pirámide de luz, cuyo ápice centellea
intermitentemente como delicado hilo de luz colorida, sostenido
por la dadivosa mano de un ángel. Es entonces, cuando más se
puede verificar el efecto divino del magnetismo angélico que
fluye desde lo Alto, pues, cada una de las torres resplandece
en matices diferentes, que después convergen hacia la cúpula
del santuario, transformándose en un blanco inmaculado, que
revitaliza y sublima las energías de las criaturas que se hallen
presentes en el interior del templo.
Pregunta: Aunque nos encontramos muy a gusto con las
descripciones sobre vuestra morada astral, gustaríamos que nos
explicaseis mejor, esas relaciones que existen entre los espíritus
y las cosas del mundo astral, a que os referisteis anteriormente.
Atanagildo: Como ejemplo de esa vivísima relación entre
los seres y las cosas de aquí, os narraré lo que sucedió en uno
de los extensos pabellones, destinados a los niños, el que está
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