La Vida Más Allá de la Sepultura
mismo material luminiscente de las islas, pero de un tono rosa-
do-salmón. Su base está rodeada de una exuberante vegetación,
semejante a los cedros terrenos, podados en forma simétrica,
que además de formar una pintoresca escala alrededor de la tor-
re, parece un perfecto y fuerte puño de vegetación verde oscura
que asegura a la torre hasta la tercera parte de su altura. Más
arriba se forman vistosos pasillos de flores entremezcladas, con-
formando una hermosa red de pétalos, ramos y corolas, cuyos
colores van desde el amarillo fuerte hasta el carmín aureolado
de un rosa pálido. Por entre los canteros recortados en forma de
corazones, de una tonalidad verde seda, hay hermosos grupos
de flores erguidas, bellísimas, parecidas a las espigas del trigo
nuevo, que nos hace recordar los dibujos policromos de la cola
del pavo real, las que, al balancear sus extremos bajos el reflejo
rosado, liláceo y azul sidéreo, exhalan un perfume de jazmín o
clavel terrenos.
Cuando la brisa mueve con suavidad aquellos mantos de
flores que fluctúan alrededor de las torres, por encima de las
escaleras verdosas, se recuerda fácilmente a las riquísimas man-
tillas de las jóvenes sevillanas, cuyos tonos coloridos se diluyen
como niebla de armiño, al contacto con el sol, transformándose
en revoloterantes partículas luminosas. Observadas a la distan-
cia, esas torres que surgen de las islas pequeñitas, con sus ca-
racterísticas luminosidades, nos recuerdan a finísimas agujas de
color azul verdoso, como si estuvieran tallados directamente en
un bloque de luz colorida. Mientras tanto, todas las poseen es-
paciosas salas circulares en sus cúpulas con asientos circunscri-
tos en torno de los estrados centrales, instalados acústicamente.
Desde esas salas proceden las músicas que continuamente se
escuchan por le bosque y la metrópoli, activando el sentimiento
espiritual de las criaturas y reajustando las emociones angéli-
cas. Por un determinado tiempo funciona un conjunto musi-
cal en cada isla, complementándose todos sinfónicamente en la
ejecución, gracias a la feliz distribución de los distintos grupos
instrumentales, que actúan en cada una de las cinco torres si-
tuadas en las islas. En las épocas festivas, como en la llamada
“Fiesta del Cielo”, las composiciones de lo Alto se unen a la
orquestación de la metrópoli, en la más paradisíaca simbiosis
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