La Vida Más Allá de la Sepultura 

Felizmente, dado mi conocimiento espiritual, el que en gran 

parte me ayuda a entender el origen enfermizo de la mayoría de 

las perfidias humanas, desistí de formular justificaciones ante 

la opinión pública o de perturbarme en el ambiente del mundo 

transitorio. No sólo perdoné la calumnia de Anastasio, la que 

me causó serios sinsabores y perjuicios morales, sino que preferí 

hasta olvidarme de la ofensa recibida, tratándolo como antes, 

sin que notase siquiera cambio alguno en mí mirar.

Más adelante, el infeliz se trabó en conflicto con el nuevo 

compañero de su ex esposa, el cual, a pesar de ser delgado, era 

hombre curtido en trabajos pesados y hábil en la lucha, así que 

éste lo vapuleó a voluntad, al extremo que Anastasio tuvo que 

ser hospitalizado por largo tiempo, pues había sufrido serias 

fracturas en las costillas y en la frente. Traté de ayudarlo; lo 

saqué de ese hospital para indigentes y lo llevé a un excelen-

te sanatorio, que contaba con todos los recursos médicos a su 

alcance. En fin, lo ayudé durante más de cuatro meses cual un 

abnegado hermano.

Cuando Anastasio fue dado de alta, tuvo el coraje de andar 

diciendo que mi ayuda y dedicación provenían de la necesidad 

que yo tenía de superar mi propio remordimiento por haberlo 

separado de su esposa. Subestimaba todo esfuerzo hecho a su 

favor y confundía mi humildad con servilismo. Movido por su 

espíritu malvado, pasó a explotarme de todas maneras, en el 

más flagrante acto de chantajismo.

En la seguridad de que yo quedaría afectado por su ca-

lumnia, al propalar que lo socorría tan solícito sólo para evitar 

el escándalo, procuró encontrarme nuevamente. Como yo me 

encontraba decidido a superar todas mis pasiones y limpiar de 

mi alma las malezas del pasado, decidí servirme de la venganza 

de Anastasio como un ejercicio cotidiano de renuncia, resigna-

ción e iniciación espiritual, en forma de una intensa práctica 

superior.

Es verdad que yo presentía mi desencarnación más o menos 

próxima, pues estaba dotado de una gran sensibilidad psíquica, 

que se afirmaba cada vez más por la cuidadosa alimentación 

vegetariana y por la higiene psíquica y mental. Además, vivía 

en acentuada relación interior con el mundo invisible y sostenía 

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