Ramatís

las horas de reposo. El esposo descuidado o cualquier miembro 

de la familia que tenga el hábito de vengarse de las desdichas 

domésticas, buscará compensación en la bebida, perdiendo su 

dirección espiritual y reproduciendo en sí los deseos y voluntad 

de los obsesores que lo preparan y excitan diabólicamente hacia 

la degradación.

Pregunta: ¿En el caso relatado, no cabía al “guía” del hogar 

intervenir aunque fuera drásticamente, ya que el obsesado era 

la columna vertebral del sustento del hogar?

Ramatís: La familia que ignora la peligrosa intervención 

de los elementos de las tinieblas en la intimidad de su hogar y 

que además se encuentran alejados de la práctica evangélica, 

contribuyen imprudentemente para apartar el socorro espiri-

tual superior que podría recibir, agravando la situación del jefe 

de la familia que se encuentra influenciado por los fluidos malos 

del Más Allá. Los hogares terrenos, en su mayoría, no dejan de 

ser improvisadas arenas en donde la familia se reúne para el 

mutuo pugilato en favor de la victoria del capricho, del orgullo, 

del amor propio o de los celos.

En general, cuando uno de los miembros de la familia co-

mienza a desequilibrarse vencido poco a poco por la sistemática 

y tenaz persecución del astral inferior, los parientes en vez de 

alentarlo y ampararlo con el afecto y la comprensión, termi-

nan por intoxicarlo, excediéndose en las censuras y hostilidades 

acostumbradas haciéndolo más susceptible a la diabólica inter-

vención de las tinieblas. Algunas veces el esposo, un hijo o un 

pariente íntimo abandona el hogar por estar dominado por el 

vicio de la bebida y no falta quien afirme que ese vicio ha sido 

el origen del conflicto y la amargura del hogar.

Esa familia ignora que ha sido una excelente cooperadora 

de los espíritus diabólicos del Más Allá, que olvidando las en-

señanzas evangélicas negaron un clima de amparo y de ternura 

al infeliz familiar terriblemente conturbado por los obsesores. 

Pocas personas comprenden que la terapéutica más acertada 

para todos los trances y conflictos del mundo es la enseñada por 

Jesús que decía: “sólo por el amor se salva el hombre”. Cuando 

Jesús recomendó la práctica incondicional del “amaos los unos 

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