La Vida Más Allá de la Sepultura 

aproximación de las grandes transformaciones para la morada 

y sus habitantes. La humanidad está obsesionada por un gran 

deseo, que recuerda a la profética “Bestia Escarlata” que simbo-

liza al instinto animal, anhelando despeñarse voluptuosamente 

por el abismo de los vicios insensatos del alcohol, del juego, del 

tabaco, de la carne y de los placeres licenciosos.

Si no fuera tan evidente la declinación espiritual y el osten-

tivo consentimiento pecaminoso entre los encarnados bastante 

débiles de carácter, sería posible, todavía, a los protectores es-

pirituales reducir la creciente e ignominiosa perversión moral. 

Durante las épocas de paz, cuando los hombres procuran volver 

los principios superiores de la civilización, resulta precario el 

éxito de los tenebrosos sobre la humanidad, porque el ambiente 

mental sereno que rodea al orbe terráqueo, proporciona a los 

mentores espirituales el magnetismo que les permite deshacer 

las tramas nocivas y astutas de los desencarnados pervertidos.

Ese prematuro deseo del joven y de la joven moderna por 

emanciparse intelectualmente sin alcanzar el equilibrio moral, 

crea al problema de la juventud desviada, del menor delincuen-

te y de la joven masculinizada que se adapta perfectamente al 

peligroso atomismo del siglo científico y a su atmósfera alte-

rada por innumerables contradicciones, rarezas y rebeldías a 

los principios pacíficos, ordenados y evangélicos expuestos por 

Jesús en su admirable Evangelio. Los delincuentes de las som-

bras trabajan en la esfera mental de esos jóvenes existencia-

listas, insinuándoles que el trabajo del Cordero. ¡Jesús es un 

pasatiempo ridículo, propio de una época supersticiosa, llena 

de excomulgaciones, de tutelas religiosas y castas privilegia-

das!... Las sombras insinúan a los jóvenes que el “evangelio” de 

la hora presente es la rebeldía a toda expresión conservadora y 

deben desecharse todas las normas de los tiempos antiguos que 

traen sobre sus hombros el polvo de los siglos y no se adaptan 

a la velocidad, al cientificismo y a los ingenios milagrosos que 

poco a poco van matando el tiempo y anulan la idea del espa-

cio. Jesús —secretean los elementos de las sombras— fue un 

excelente filósofo que pregonó una doctrina excelente para su 

época ¿mientras tanto, como conciliar los electrones que pue-

den modificar la superficie del globo terrestre, con los granos de 

439