Ramatís

entregarse a prácticas obsesivas, prefieren luchar heroicamente 

para dominar el deseo mórbido contraído en la Tierra. Y, como 

en el Más Allá existe la cooperación para el mal como para el 

bien, los espíritus benefactores ayudan a sus compañeros bien 

intencionados para que se liberen rápidamente de las pasiones 

adquiridas en la vida terrena; de modo inverso los malhechores 

ofrecen todo su apoyo subversivo a los viciados de mala índole.

Pregunta: Cierta vez nos enteramos, que algunos obsesores 

llegan al extremo de proteger fanáticamente a los desencarna-

dos que les sirven de prolongación viva en la Tierra ¿Es verdad?

Ramatís: El que es débil de voluntad o accesible al efecto 

hipnótico de cualquier vicio o pasión, termina subyugado. Por 

esa causa los obsesores logran la dirección del sistema nervioso 

de los encarnados, porque esos hombres con tendencias viciosas 

son dóciles y eficientes para transformarse en prolongaciones 

de sanciones pervertidas  del mundo material y  astral.   Los 

hombres buenos, que pasan por el mundo sembrando favores 

y esperanzas a sus hermanos infelices, aunque son portadores 

de algún vicio, están rodeados de extremas atenciones y cuida-

dos por parte de las almas elevadas que realizan toda clase de 

esfuerzos para no perderlos en la función de dignos agentes al 

servicio loable del Bien.

Los espíritus malos también protegen a sus “alimentos vi-

vos” con los más apreciados cuidados, preparándoles las me-

jores oportunidades para la práctica de los vicios en que están 

interesados. Aunque dominen a sus víctimas materialmente, de-

penden mucho de ellas para saciarse en sus caprichos mórbidos 

y deseos perversos, pues éstos no siempre ofrecen la saturación 

que tanto desean. La protección de los obsesores hacia sus vícti-

mas obsesadas es deletérea y perjudicial, porque les incrementa 

el vicio y las induce a una extrema degradación; mientras que 

la asistencia de los espíritus buenos es constructiva y salvadora 

porque estimula el crecimiento de las cualidades angélicas del 

alma. Cuando los hombres ultrapasen las fronteras de los “peca-

dillos” comunes y vivan apartados del camino del Bien y de las 

enseñanzas de Jesús, las entidades de las tinieblas se mostrarán 

sumamente interesadas para viciarlos y protegerlos como valio-

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