La Vida Más Allá de la Sepultura 

Sintiéndose exacerbados en sus emociones degradantes y 

siendo impotentes para disfrutar de las sensaciones, que eran 

sus únicos placeres en la carne, los espíritus viciosos se ven 

obligados a sintonizar sus periespíritus con el de los encarna-

dos, que vibran dócilmente a sugestiones y deseos mórbidos. A 

través de esa especie de simbiosis subversiva, consiguen captar 

las sensaciones corrompidas de los encarnados, transformando 

sus cuerpos en condensadores vivos que atienden con éxito los 

deseos de los obsesores.

Los pilotos de las grandes aeronaves saben que la armonía 

de sus vuelos dependen fundamentalmente de la sincronización 

de los motores en un solo diapasón de velocidad; bajo la misma 

ley, dos locomotoras que trabajan juntas en agotador ascenso, 

también han de lograr su éxito, cuanto más ajustadas se encuen-

tren las fuerzas empleadas por ambas máquinas. Esa ley de cor-

respondencia vibratoria y equilibrio de energías, actúa con más 

facilidad y sutilidad entre el mundo astral y físico, siendo más ac-

cesible la operación para los espíritus viciados que se sincronizan 

a los periespíritus de los encarnados con la finalidad de saciar sus 

apetitos inferiores y practicar torpezas inimaginables.

Pregunta: ¿Cuál es el significado verdadero de la denomi-

nación “alimentos vivos” conque acostumbráis llamar a las víc-

timas de los espíritus malvados del astral inferior?

Ramatís: La idea de “alimento vivo” nos recuerda la pala-

bra colación, que en este caso, se refiere a la triste condición de 

muchos encarnados insaciables de sensaciones corrompidas v 

que además de agotar todas sus energías vitales, debilitan su 

voluntad y los hace cada vez más viciados en los torpes deseos 

del Más Allá. Aquellos que no se deciden a modificar su conduc-

ta desordenada en la vida humana, no tardan en transformar en 

abyecta condición de prolongaciones vivas, de la mórbida vo-

luntad de los espíritus pervertidos. Después de perder el control 

de sí mismos y manifestar extrañas enfermedades que presen-

tan diagnósticos sentenciosos por parte de la medicina terrena, 

pasan a vivir excitados y afligidos e incesantemente accionados 

por sus “dueños” del Más Allá, que le evitan cualquier aproxi-

mación amiga o redentora.

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