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Ramatís

Pregunta: ¿Qué método de vida debemos llevar para ajus-

tamos perfectamente a la responsabilidad de la procreación?

Ramatís: Es suficiente que observéis a las especies inferio-

res para que notéis cómo se procrean en forma más sensata y 

sana. No precisan limitar su progenie, porque obedecen discipli-

nadamente a la ley del “multiplicaos” de un modo más correcto; 

cuidan de la procreación solamente en las fases determinadas 

por los factores múltiples del orden vital y astral que les dicta el 

instinto animal. ¡Qué diferencia profunda existe entre ellos y los 

hombres! Mientras que las aves y los animales se relacionan ex-

clusivamente cuando es preciso atender a los imperativos de la 

procreación, que en realidad es el momento de mayor importan-

cia de la vida humana, los terráqueos transforman el fenómeno 

en un motivo de placer excitado, alterando los viejos hábitos 

adquiridos en su formación animal y perturbando los genes de 

su especie superior.

Si el animal demuestra un sentido de moral “instintivo” 

muy superior al que cultiva el hombre, con la imprudencia de 

los vicios sexuales, sin lugar a dudas que es aún más grande la 

responsabilidad del hombre para procrear.

Pregunta: ¿No debiera existir un sentido instintivo en la 

criatura humana que le regulase el sentido de la natalidad con-

forme a sus respectivos órdenes físicos, programas espirituales 

y necesidad de protección a la mujer?

Ramatís: Si desconocéis el programa de gestación que la 

Naturaleza marca entre la pubertad y la menopausia, ¿cómo 

comprenderéis el de la procreación? ¿Cuántas veces la llamada 

edad crítica de la mujer llega con demasiada anticipación, sin 

esperarse tan significativo acontecimiento? ¿No es la sabiduría 

de la Naturaleza la que regula el tiempo de trabajo y la capa-

cidad exacta de producción de cada matriz femenina? La inca-

pacidad congénita para procrear, ya sea por parte del hombre o 

de la mujer, también puede estar bajo vigilancia de esa Ley, o la 

disposición que vosotros reclamáis, que regula con sabiduría la 

responsabilidad del ciclo procreativo de cada criatura, confor-

me a su capacidad física o responsabilidad kármica.

Es sabido, que muchas criaturas se ven impedidas de gozar 

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