Ramatís
ria. Conviene que no generalicéis el asunto tratado, pues existen
situaciones sacrificiales y expiatorias aparentemente idénticas,
pero son de origen completamente opuesto.
Hay casos en que los esposos se ven en el duro trance de los
hijos teratológicos, porque también fueron responsables de sus
crueles desgracias, tocándole soportar ahora la terrible prueba
de reparación kármica. Sin embargo, en esas mismas condicio-
nes de infelicidad pueden encontrarse almas buenísimas y ab-
negadas, sin culpas en el pasado, pero que en voluntaria misión
de amor y sacrificio concuerdan en hacerse padres de espíritus
delincuentes, con la intuición de ampararlos piadosamente en
sus pruebas dolorosas, evitando que se sumerjan definitivamen-
te en las tinieblas de las abyecciones y rebeldías. En el primer
caso, se trata de una rectificación espiritual impuesta compulsi-
vamente por la ley de la “cosecha obligatoria”; en el segundo, es
el sacrificio espontáneo aceptado por almas en flor, que se dejan
inspirar por el divino concepto del “amaos los unos a los otros”
del sublime Jesús.
De la misma forma, no todos los espíritus superiores se en-
carnan para una muere prematura y consecuente prueba de los
padres, como no todos los desheredados de la suerte sucum-
ben prematuramente. De igual forma, no todas las desencarna-
ciones prematuras son expiaciones deliberadamente kármicas
para sus progenitores, pues antes de la reencarnación ciertas
almas aceptan la incumbencia dolorosa de generar un cuerpo
físico, destinado a un espíritu amigo, que necesita poco tiempo
de vida física para completar el término de sus reencarnaciones.
Es evidente que esos padres han de sufrir intenso dolor por la
ausencia del hijo querido, muerto prematuramente, sin que por
eso pague culpas pasadas. Si estuviesen absolutamente seguros
del acuerdo espiritual “preencarnatorio” no sufrirían tan acerba-
damente y aceptarían la muerte física como una breve ausencia
del espíritu, que fuera su hijo carnal.
En el futuro, cuando el terráqueo sea merecedor de la be-
nevolencia y la dádiva sideral, la vida humana será considera-
da como un estacionamiento, tan común en la Tierra, como se
consideran las “becas” de estudio en el extranjero. La mayoría
entonces se despedirá de la vida física como si fuera un viajante
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