Ramatís

hayamos dicho que no siempre la criatura pobre, simple y hu-

milde es un alma inferior, conviene saber que aquel que nace 

deformado o imbécil está soportando la prueba severa de una 

rectificación espiritual, maniatado por la Ley que subvirtió en 

el pasado. Casi siempre es el adversario más feroz de los padres 

que viene a rogarles hospedaje carnal; en su interior, las pasio-

nes y la agresividad pueden estar amordazadas en el andrajoso 

de carnes enfermas, en las formas del imbécil o en el descon-

trolado por la alienación mental. En general, si se le concediese 

completa libertad a tal espíritu para dirigir incondicionalmente 

un organismo atrayente y sano, debido a su inmadurez psíquica 

no tardaría en cometer los mismos desatinos, crueldades y tor-

pezas del pasado.

Bajo tales condiciones sería demasiado inmadura la reen-

carnación en situación de ser bello, sabio o tener libertad de 

acción, contrario a lo que la Ley buscaba como rectificación 

para asegurar el éxito de la prueba espiritual posterior de los 

padres culpables. Tampoco le sería posible al alma delincuente 

efectuar a corto plazo una renovación espiritual tan milagrosa, 

en una segunda prueba kármica con aspecto angélico, pues la 

ascensión sideral se hace por etapas distintas y con lentas mo-

dificaciones que no violenten el padrón psíquico. Comúnmente 

el alma invierte más de un milenio para sólo apurar una vir-

tud loable, como la resignación, la honestidad o la simplicidad. 

Dentro del concepto popular de que el “vaso ruin no se quie-

bra”, el espíritu que desencarna prematuramente, exceptuando 

accidentes técnicos del astral o de la Tierra, es una entidad ele-

vada y con vida breve en la carne, mientras el que enfrenta una 

larga existencia, en general, es portador de los defectos comunes 

de la humanidad.

Pregunta: ¿Se ha comprobado que ciertos padres culpables 

son probados con la pérdida de sus hijos, pero es posible que 

algunos espíritus acepten el sacrificio de morir en la infancia 

para ser instrumentos de esa prueba?

Ramatís: ¡Volvemos a advertiros que la Ley Kármica ajusta 

pero no castiga! Tampoco crea hechos delictuosos o aconteci-

mientos deliberadamente odiosos para que se rectifiquen las al-

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