Ramatís
miento de los cielos, aquel que posee tales cualidades, realmen-
te, es el ángel vencedor de todas las batallas y el sobreviviente
de todas las metamorfosis de la vida humana.
Pregunta: Cuando los padres sufren la pérdida prematura
de sus hijos bellos y sanos, al ser heridos violentamente en su
amor egocéntrico por esa transición brusca de la alegría a la
terrible desesperación, ¿no contribuye a agravar la proverbial
falta de amor, resultando una franca rebeldía o aversión a la
finalidad divina de procrear?
Ramatís: Sólo el dolor en su intensa manifestación consi-
gue influenciar a los corazones indiferentes o a las almas atro-
fiadas por el exceso de goce o bienestar. La pasión egocéntrica
expuesta en potencial, que se interpone por la pérdida del hijo
querido, no se pierde en los padres, porque la ley de la vida
les impone una incesante superación a todos los fracasos, su-
frimientos o vicisitudes humanas. Aun cuando las almas se en-
treguen a la degradación completa, viven procurando alcanzar
compensaciones venturosas; realmente, les falta capacidad para
adquirir la posición perdida, aquella que los impulsaba a come-
ter peligrosos desatinos contra sí mismas, mientras poseen la
ilusión enfermiza que de esa forma se desagravian en público!...
En lo íntimo de cada ser se activa el deseo ardiente de poder
recuperarse y renovar las esperanzas frustradas.
Por eso, los padres endeudados con la Ley que pierden al
hijo adorado —como no pueden eliminar la pasión o el sen-
timiento nuevo originado— ven renacer las esperanzas en la
única terapéutica capaz de aminorarles el dolor acerbo, que será
el advenimiento de otro hijo. Sus aspiraciones convergen hacia
la imagen de otro ser que pueda sustituir al desaparecido y, a
su vez, que les proporcione las mismas alegrías y admiracio-
nes desvanecidas anteriormente. Debilitadas las recordaciones
dramáticas de la desencarnación prematura del primer hijo, la
sugestión superior se encargará de despertar en los padres des-
consolados el deseo de un nuevo descendiente.
Todo eso contribuye para que el nuevo descendiente en-
cuentre ambiente más propicio para sus manifestaciones, aun-
que no revele las credenciales del primer hijo. Aunque no posea
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