Ramatís
Aunque la criatura angélica del futuro deba ser hermosa,
buenísima y sabia, de la cual Jesús era uno de los tipos más
ideales, muchísimos filósofos que consumieron sus existencias
en favor de un derrotero moral superior en la Tierra nacieron
sin credenciales físicas, como Sócrates, por ejemplo. La historia
terrena señala a los bellos especimenes humanos, cuyos cuerpos
apolíneos escondían almas diabólicas que sembraron el dolor, la
desilusión y la degradación moral.
Hay que tener presente que la forma humana es provisoria
y el camino de las expresiones es aún desconocido en la Tier-
ra, siendo el espíritu el factor más importante, aunque invisible
para los ojos carnales; realmente, es la expresión definitiva y
sobreviviente al organismo físico, que sólo sirve para la expe-
rimentación humana. La vestimenta de la carne y el ambiente
privilegiado poco interesa cuando el espíritu es sabio y bueno.
Casi siempre, las almas que en el pasado pecaron por exceso
de belleza, que abusaron de las posiciones seductoras o fueron
favorecidas con la fortuna, prefieren renacer feas y pobres, con
el fin de vivir en situaciones humildes que mejor les apura la
bondad y se liberan de tentaciones peligrosas que provocan la
belleza, la fortuna y el prestigio.
Pregunta: En el mundo astral, la belleza de la forma en
los seres que habitan ese plano, ¿no los identifican como almas
superiores?
Ramatís: En la Tierra, el cuerpo físico se conforma según
sean los experimentos que ha de intentar el espíritu encarnado;
en el mundo astral el periespíritu revela en esa sustancia quin-
ta esenciada el contenido de su psiquismo. Son muy comunes
las terribles decepciones después de la muerte del cuerpo físico,
cuando muchas criaturas ven aflorar a la superficie de sí mis-
mas las expresiones y contornos más grotescos y monstruosos
después que se han desligado de los cuerpos bellos y atrayentes.
Las falsas virtudes, el barniz de la ética social o la hipocresía
religiosa se pulverizan bajo el pase milagroso de magia, cuan-
do el espíritu degradado se revela en el escenario del Más Allá,
exponiendo al desnudo su conciencia y sufriendo la tremenda
decepción de haberse engañado a sí misma. El cuerpo físico pue-
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