Ramatís

en el seno de la familia antipática, contando con mayores pro-

babilidades de ser abandonados y con pocas perspectivas de 

permanecer en el hogar. La criatura humana, en vez de discutir 

la procedencia de los actos resultantes de la acción implacable 

de la Ley del Karma —que es un proceso educativo obligatorio 

para la disciplina del mundo físico—, debe aceptar incondicio-

nalmente las disposiciones de la Ley del Evangelio, que son li-

beradoras y conducen a la vida en los cielos.

Pregunta: En el caso en que los padres repudien al hijo 

detestado, ¿no es la Ley la que los lleva inconscientemente a 

ejecutar ese acto para que se cumpla el precepto kármico y dis-

ciplinador?

Ramatís: Aunque los padres, en ese caso, estén dando, sin sa-

ber, cumplimiento a la Ley del Karma, lo hacen bajo influencia de 

la crueldad como una acción predispuesta, que los coloca delante 

de la infracción de la ley de “quien con hierro hiere con hierro 

será herido”, o bien esta otra: “la cosecha ha de ser conforme a la 

siembra”, como premisas fundamentales para las futuras rectifi-

caciones. Si esos padres prefiriesen seguir el derrotero indicado 

por la Ley del Evangelio, tratarían a sus hijos bajo la inspiración 

del Amor, y entonces entre los adversarios del pasado y los en-

carnados en el mismo hogar serían desatadas las cadenas que 

obligan a las correcciones kármicas, pues es de ley que “ha de ser 

desatado en la Tierra lo que en la Tierra fuera atado”.

En cuanto al Karma —aunque justo en su acción disci-

plina-dora— reajuste el efecto a su causa para atender a las 

necesidades educativas del mundo material, el Evangelio se 

vuelve el sublime recurso que libera al espíritu, porque no lo 

encadena a las obligaciones reparadoras de las equivocaciones 

del alma, porque inspira y orienta la ascensión espiritual. Los 

padres rebeldes pueden destruir a los herederos de sí mismos 

por no querer aceptarlos en la forma que la Ley se los envía; 

mientras tanto, en el futuro, la misma Ley volverá a enviarles 

los hijos conforme a sus deseos, pero no les permitirá criarlos, 

debido a sus deseos anteriores que sólo eran de orden físico y no 

de ampararlos hasta el fin de la existencia.

Sirviéndonos de una expresión familiar entre vosotros, di-

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