La Vida Más Allá de la Sepultura 

maltratan, no estarán contribuyendo para otros objetivos rec-

tificadores de la Ley contra los que han cometido falta? ¿No 

será un motivo para equilibrar las pruebas futuras, una vez que 

dieron cumplimiento al objetivo que estaba determinado?

Ramatís: La Ley del Karma, a pesar de ser justa e impla-

cable, no origina la predestinación para el crimen, ni permite 

el desquite por parte de nadie. Ella es el efecto de una causa 

creada por el hombre en el pasado.

Con respecto al modo más seguro de actuar en este caso, es 

Jesús quien lo indica en las siguientes recomendaciones.: “Ama 

a tu prójimo como a ti mismo”, y “Haced a los otros lo que qui-

sierais que os hagan a vosotros” o “Cuando te quiten el manto, 

dale también la túnica”; “Si tu adversario te obliga a caminar 

una milla, anda una más con él”. No importa constatar si las 

culpas requieren puniciones o si los delitos exigen reparaciones 

al pie de la letra, pues el objetivo más importante es liberar las 

cadenas del odio, celos o crueldad, que liga a las almas adversa-

rias y endeudadas al mundo material. El círculo vicioso de las 

venganzas y tormentos recíprocos indica el estado de profunda 

ignorancia del espíritu, puesto que esto lo ata aun más a la rue-

da de las reencarnaciones.

La reparación recíproca impuesta por preceptos kármicos 

y obligatorios para el espíritu, tiene por finalidad evitar que se 

perturbe el orden y la armonía del mecanismo de la evolución 

y que ocurran negligencias en la línea moral del perfecciona-

miento del alma. Desde el momento que los adversarios resuel-

van desatar los grillos que los esclavizan mutuamente a través 

de las venganzas, ellos mismos habrán conseguido los efectos 

benefactores para sus futuras reencarnaciones, cada vez más 

reducidas en las amarguras y más amplias con respecto a la 

oportunidad educativa. 

Los padres que son adversos a los hijos porque nacieron 

deformados, imbéciles o son enemigos del pasado, aunque pu-

diesen comprobar que esos espíritus no tienen derecho a un 

hogar amigo, no tienen tampoco la facultad de eliminarlos, pues 

una acción criminal crea un “efecto” bajo igual culpa. En con-

secuencia, esos padres son candidatos a los dolores atroces por 

las pérdidas de sus hijos en el futuro y también deberán renacer 

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