La Vida Más Allá de la Sepultura 

pasado por el despecho de la deformidad de los hijos, para ter-

minar interiormente fascinados por sus descendientes, que más 

tarde exaltan las tradiciones de la familia o provocan la admi-

ración ajena. Se abandonan efusivamente a un amor delirante, 

mezclando la vanidad con los extremos de ternura y orgullo con 

la adoración. Sucede justamente, el reverso de lo que le sucedía 

en el pasado cuando se encontraba delante del hijo lesionado 

por el destino, y hacía todo lo posible por molestarlo y expul-

sarlo de su presencia, terminando por apartarlo en al frialdad 

de los orfanatos, la impiedad de los tutores sádicos o de las 

madrinas histéricas.

Pregunta: ¿Podemos suponer, que después de ese experi-

mento rectificador, proporcionado por la Ley, los corazones de 

esos progenitores se encontrarán suficientemente desarrollados, 

para que más tarde amen a otros hijos menos agraciados por la 

naturaleza?

Ramatís: A pesar de tanto júbilo y emotividad a flor de piel 

hacia los hijos, no es posible decir que consiguieran la debida 

compensación en la falta de amor que los hizo delinquir en el 

pasado.

Es verdad, que aún siendo una pasión activa por la confi-

guración carnal y las dotes excepcionales del feliz bebé, va se 

comprueba que germina el sentimiento, que en el futuro hará 

surgir el amor en sus corazones recalcitrantes. Mientras tanto, 

no tienen derecho al goce completo en la existencia rectificado-

ra, porque sería un flagrante error por parte de la Ley, como si 

ella premiase a los culpables, y la muerte extendiera sus alas 

lúgubres y cortara la vida del hijo adorado, casi siempre, cuan-

do el júbilo de la familia es más intenso. Es obvio describiros el 

dolor intenso v el sufrimiento atroz que padecen esos corazones, 

heridos por la supuesta impiedad de Dios, que les roba el hijo 

querido.

Su muerte, puede provocar acerbas blasfemias contra el 

Creador; tal vez calle por largo tiempo la alegría de la madre 

herida en lo íntimo del corazón, mientras que el padre se deja 

dominar por la rebeldía sistemática contra todos los dictáme-

nes de la vida religiosa o revelaciones espirituales. Pero la Ley 

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