La Vida Más Allá de la Sepultura
el alma, sin acercar la ayuda a los más desdichados; hombres
sensuales se rodean de bienes y colocan su fortuna a disposición
del placer genésico, olvidando, que si solo atienden las exigencias
del cuerpo, atrofian la vitalidad psíquica.
Qué es todo eso, sino las más variadas formas de auto-obse-
sión, que ofrecen óptimos caminos para que los malhechores de
las tinieblas trabajen con éxito sobre los infelices que ya perdie-
ron su libertad y pasan a encadenarse en sus propias creaciones
mentales fascinantes.
Pregunta: ¿No podría dispensarse en los cursos de aura
obsesiva mantenidos en el Espacio, de ese estudio psicológico
que decís y que es tan necesario para los espíritus que se dedi-
can, considerando, que todo deben ser capaces de leer los pen-
samientos de los obsesos y de los obsesores, conforme lo dicen
ciertas obras mediúmnicas que son de excelente origen?
Ramatís: Si realmente fuese así, no habría necesidad de
que los espíritus diabólicos de las sombras cursaran estudios
de psicología humana con el fin de descubrir las válvulas de
las debilidades espirituales de las futuras víctimas, para lograr
imponer sus torpezas y vampirismos. Innumerables contradic-
ciones y sutilidades psíquicas que escapan a la percepción del
espíritu encarnado, son explotadas solapadamente, por los as-
tutos de las tinieblas que después de desencarnados consiguen
valorar ese trabajo con indecible espanto. Son estados íntimos,
tan disimulados en el receso del psiquismo humano, que no los
ignora el hombre dotado de un profundo sentido de autocrítica
muy avanzada.
El hombre terráqueo, debido a su gran ignorancia espiri-
tual es muy influenciado por el medio en que habita y al que se
apega con excesivo perjuicio, retardando más tiempo su futura
liberación. Vive en el escenario de la Tierra algo hipnotizado
por sus intereses egocéntricos y pasiones violentas, se encarcela
entre las rejas de las prisiones económicas para rodearse de los
bienes que tendrá que abandonar a la puerta de la tumba, y al
mismo tiempo se encadena al sentimentalismo egoísta de los
parientes consanguíneos. Son raras las criaturas que se deciden
por el reino del Cristo, intentando liberarse de las formas del
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