Ramatís
Sirviéndose de ese potencial de fuerza magnética del hom-
bre encarnado, los perseguidores de las sombras trabajan con
éxito y forman los eslabones favorables que servirán para
formar las cadenas desde el mundo invisible sobre el carnal.
Normalmente, el hombre obseso es la criatura que amplia sus
defectos o vicios, que dormían potencialmente en su intimidad
psíquica y que emanan voluptuosamente bajo la invitación de
los deseos degradados del comando mefistofélico de los espíri-
tus obsesores.
El vocablo “obseso” encierra una definición de sentido más
amplio, pues también abarca a todos aquéllos que se encuen-
tran dominados por un deseo fuerte, una idea fija o son víctimas
de impulsos violentos y descontrolados. El estado obsesivo pue-
de provenir de la angustia implacable del hombre para obtener
a toda costa un cargo público, un puesto de figuración en las es-
feras sociales o artísticas, de la ambición insufrible por el pres-
tigio político, la ceguera por la fortuna fácil o el ser esclavo de
una determinada pasión. El descontrol psíquico, la obstinación
incesante para lograr algo a cualquier precio, también crea los
estados de obsesión, difiriendo apenas de la obsesión espiritual,
por mundanas o desagradables que se toman por entidades ob-
sesoras, mundanas o desagradables se toman como entidades
obsesoras, hasta que por fin se forma el basamento tan deseado
para la eficiente y esperada embestida de los perseguidores y
gozadores de las sombras.
Pregunta: ¿Podréis darnos algunas aclaraciones más obje-
tivas sobre este asunto?
Ramatís: ¿El fumador veterano, no es obsesado por el humo;
el alcoholista por el alcohol y el desequilibrado por los estupefa-
cientes? Hay mujeres que agotan las rentas copiosas de sus es-
posos para el culto exagerado y obsesivo del lujo y la vanidad
personal; ciertos hombres terminan sus fortunas obsesados por
el amor propio o por el deseo de ganar alguna acción judicial im-
petrada por cualquier circunstancia ofensiva a sus convicciones
de honradez y tradición para la familia. Criaturas fuertes, sanas
y liberadas de preocupaciones, aceptan el juego obsesivo de la
ociosidad, olvidando emprender los movimientos que dinamizan
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