La Vida Más Allá de la Sepultura 

en el campo de la vida física y expidiendo las sugestiones pro-

venientes del mundo interno del espíritu. De ahí los múltiples, 

dolorosos y complejos problemas que ofrecen los intermina-

bles casos de obsesiones y fascinación, pues durante la nefasta 

función obsesiva y en el intercambio de las poderosas energías 

magnéticas subversivas, queda lesionado el maravilloso patri-

monio del cerebro periespiritual volviéndose un degradante de-

pósito de venenos, producidos por la mente satanizada y por el 

odioso deseo de venganza.

Esa es la causa del porqué en las instituciones astrales dedi-

cadas al servicio de curar la obsesión, se estudia el asunto desde 

la más diminuta interferencia mental, que varía potencialmente 

en cada obsesor cuando actúa sobre la región cerebro-nerviosa 

de sus víctimas. En realidad, el cerebro del obsesor se une al 

cerebro de la víctima bajo el efecto degradante de la simbiosis, 

y por eso, el tiempo de cura varía para cada caso en particu-

lar conforme a la intensidad vibratoria de la influencia maligna 

producida por el entrelazamiento obsesivo de los periespíritus 

del verdugo y del obseso.

Pregunta: Como nos habéis informado que los espíritus 

dedicados a las tareas de tratar la obsesión, deben conocer sa-

tisfactoriamente los secretos de la psicología humana, pregunta-

mos: ¿No basta poseer el conocimiento técnico del periespíritu, 

para dispensar de los conocimientos psicológicos?

Ramatís: Si hasta los espíritus malhechores del astral infe-

rior forman cursos de psicología humana, para lograr eximios 

identificadores con respecto a las vulnerabilidades de los en-

carnados, sería bastante incoherente que los benefactores espi-

rituales despreciaran tal recurso, optando solo por la técnica y 

el cientificismo de las relaciones periespirituales con el cuerpo 

físico. Se trata de un valioso y elevado estudio, imprescindible 

para el trabajo desobsesivo, para apresurar los síntomas psico-

lógicos negativos afines a las manifestaciones de la ociosidad, 

ambición, vanidad, orgullo, avaricia, lujuria, celos, crueldad o 

hipocresía que aún se conjugan peligrosamente al caudal del 

vicio, que completa la esclavitud del ser humano atado al carro 

de su propia desgracia.

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