La Vida Más Allá de la Sepultura 

emite señales luminosas que varían de una zona hacia otra, es 

decir, de un lóbulo hacia otro.

Son muy grandes las diferencias de potencial radiante en las 

criaturas humanas; pues, mientras las almas mentalmente evolu-

cionadas emiten fulgores luminosos en los lóbulos frontales, las 

desprovistas de conocimientos espirituales se tiñen de sombras 

alrededor de su región frontal. A través de su cerebro maravillo-

so estructurado en la sustancia astral y mucho más compleja y 

eficiente que el de su forma física, el espíritu dirige y controla a 

su periespíritu, armonizando su funcionamiento de acuerdo a la 

calidad de sus pensamientos. Cuando éstos son elevados reavivan 

la luminosidad de los centros creadores mentales, pero, cuando 

se degradan o irritan, sumergen la frente diáfana en la niebla 

sombría de las energías animalizadas. El cerebro del periespíritu 

nos recuerda también, el automatismo que posee el cerebro físico 

al dirigir todas las operaciones instintivas que se subordinan a 

las actividades del subconsciente y son productos del esfuerzo 

milenario de la evolución del hombre.

En base a su complejidad y por el hecho de sobrevivir a la 

disolución del cerebro de carne, resulta siempre, el instrumento 

más lesionado por cualquier acontecimiento psíquico dañino, 

por cuyo motivo exige que se le estudie en cursos disciplinados 

en el mundo astral, para poder dar soluciones inteligentes y de-

finitivas al proceso obsesivo que sufren las víctimas. Esos cursos 

se asemejan un poco a los exigidos a los especialistas en las 

instituciones médicas de la Tierra, que solo aceptan a los miem-

bros acreditados en cursos especiales, variando solamente, en 

la exigencia de los más elevados sentimientos evangélicos como 

base de la terapéutica principal para la cura de los obsesos y la 

conversión de los obsesores.

Pregunta: Nos gustaría recibir algunas explicaciones más 

sobre la verdadera naturaleza del cerebro periespiritual, pues 

estamos habituados a la idea, que es suficiente tener un cerebro 

bastante sano para poder gozar de las facultades mentales per-

fectas. ¿Estamos equivocados?

Ramatís: Es evidente que ya debíais haber comprendido a 

través de los estudios espiritas, que el cuerpo físico es el “efecto” 

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