Ramatís

gaseosas, volviéndolas cada vez más bajas, y que pensamien-

tos más elevados las modifiquen, eliminando el poder sofocante 

y tóxico. Con este ejemplo os será más fácil comprender que 

cuanto mayor sea la fuerza de los conflictos creados por la en-

vidia, ambición, irascibilidad, odio o por la desencarnación de 

las guerras, ya sea entre encarnados o desencarnados, tanto más 

intenso y tóxico será el contenido de esas masas magnéticas 

que constituyen el mundo astral inferior que interpenetran al 

globo terráqueo. Se condensan por la fuerza mental venenosa y 

agresiva de la mente humana o se afinan bajo los pensamientos 

sublimes tanto de encarnados o desencarnados.

Cuando los espíritus desencarnan, debido a sus defectos y 

pasiones poseen en sí mismos los residuos del magnetismo in-

ferior que cultivan diariamente —por cuyo motivo vibran en la 

frecuencia de esas masas astrales condensadas y virulentas—, 

y cuando se liberan del cuerpo carnal, los atrae naturalmen-

te como el imán atrae a las limaduras de hierro. Debido a sus 

pesos magnéticos específicos, esos espíritus “caen” automática-

mente en las regiones inferiores, a las cuales se afinan natural-

mente y que son muestras vivas, aunque sean encarnados, pues 

cultivan en el mundo pasiones y degradaciones que consumen 

las energías de frecuencia vibratoria inferior de los charcos del 

astral. En esos valles abismales y purificadores que dieron ori-

gen al nombre de “Purgatorio”, de la tradición católica-romana, 

los desencarnados ingresan víctimas de su propia afinidad con 

el medio y no por causa de penalidades aplicadas por un juez 

divino. El peso que cargan es lo que les impide la ascensión ha-

cia las regiones superiores. Es necesario, entonces, que el alma 

primero abandone el lastre pernicioso en zonas adecuadas, para 

después elevarse hacia las esferas de magnetismo sublimado.

Pregunta: ¿Qué diferencia existe entre el “lodo” y los “dese-

chos” que mencionáis a veces? ¿No es la misma cosa?

Atanagildo: El lodo de los charcos formados por los residuos 

astrales inferiores y comunes a cada valle o zona abismal enne-

grecida y densa, es sustancia natural del propio medio. Los dese-

chos, mientras tanto, son productos eliminados por el periespíritu 

de las criaturas que los arroja fuera de su organización.

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