La Vida Más Allá de la Sepultura 

dos en cestos, cajones o en cunas ricas; con el rostro marcado 

por la imbecilidad parecerán retratos inacabados, faltos del últi-

mo impulso de vida en el momento de tomar la forma humana. 

Cuántas veces los encontráis amontonados, como fardos vivos, 

que tanta piedad despiertan en vosotros, y también cierta re-

pulsión instintiva, pues se presiente que en el pasado empleó 

todos sus esfuerzos y conocimientos para desempeñar el trabajo 

nefasto de cortar el flujo de vidas humanas.

Preguntas: En ciertos momentos habéis hablado de “lodo”, 

“charcos” y “depósitos deletéreos”. ¿Podéis decirnos si todo eso 

es una misma cosa?

Atanagildo. La sustancia astral inferior tiene la propiedad 

de depositarse en forma de residuos, creando extensos valles o 

charcos de suelo pantanoso y repelente. Cuando hay cierta can-

tidad de residuos astrales se crean esas zonas debido a la exce-

siva densidad de sus fluidos, los cuales no pueden ser renovados 

ni volatilizados como sucede con el agua en vuestro mundo, que 

es vaporizada por el sol, llegando hasta a secar los pantanos.

Esos inmensos valles de sustancia inferior son bastante só-

lidos para los desencarnados. A vuestros sentidos físicos pare-

cerían voluminosas masas magnéticas, que también rodean e 

interpenetran a la Tierra en todos los sentidos en una frecuencia 

vibratoria que les da una vitalidad salvaje y absorbente.

Sumando esa masa voluminosa, los malos pensamientos 

y la eclosión de pasiones de la humanidad encarnada, influye 

poderosamente para activar y bajar el tenor vibratorio de ese 

magnetismo denso, que fluctúa sobre la superficie de la corteza 

terrestre, convergiendo cada vez más compacto y virulento ha-

cia el centro del globo terrestre.

Pregunta: ¿Podéis darnos un ejemplo para poder valorar 

mejor el asunto?

Atanagildo: Suponed que en vez de masas de magnetismo 

denso sean nubes de azufre gaseoso que se expanden alrededor 

de la Tierra y que penetran en forma invisible en el interior del 

orbe. Por hipótesis, considerad que pensamientos violentos o 

degradados de las criaturas encarnadas atraigan a esas nubes 

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