Ramatís
Pregunta: ¿Qué tipo de sufrimiento soportan esos “destruc-
tores de ángeles” o profesionales del aborto cuando se sitúan en
los charcos purgatoriales?
Atanagildo: Yo los he visto en el más horrible estado de mi-
seria y estigma espiritual, a la que fueron condenados por sus
tareas nefastas de eliminar vidas humanas en la fase embriona-
ria. Son adversarios de la vida que pasaron por el mundo físico
en la figura de médicos, enfermeros, parteras o charlatanes que
destruían tiernos cuerpos, concepcionados para la encarnación
de almas afligidas en el Espacio. Tales espíritus asumen en el
astral aspectos inexpresivos y deformados, una especie de masa
gelatinosa y teratológica que arrastran por el suelo negro y vis-
coso, dejando surcos cada vez que se mueven dificultosamente
en forma de larvas humanas. Apenas se les percibe por su mirar
apagado y en los esfuerzos espasmódicos para moverse, un resto
de vida, de la misma que ellos tanto subestimaron. Excepto la
fisionomía torturada, que les da un aspecto bovino e imbecili-
zado, el resto de sus cuerpos no tiene forma humana conocida,
parecen más bien gusanos gigantescos que se arrastran por el
suelo con indescriptible esfuerzo, intentando liberarse de la vis-
cosa envoltura que los ata. El mirar capacitado de un obstétrico
terreno verificaría aterrado, que esas infelices criaturas estigma-
tizadas por el horroroso oficio de destruir vidas en gestación,
reproducen en el astral inferior la forma viva y ampliada de
un gigantesco feto que en su parte superior ostenta una cabeza
humana deformada.
Pregunta: Cuando esos espíritus reencarnen nuevamente
en la Tierra, ¿presentarán estigmas deformantes en sus formas
físicas?
Atanagildo: Ellos no podrán sustraerse a la posibilidad de
reproducir en la materia terrestre algo de sus deformaciones
estereotipadas en el astral por el poder de la mente subvertida y
degradada por la práctica innoble a que se entregaron. Nacerán
en cuerpos de carnes deformes y gelatinosas, como verdaderos
trapos vivos, con un sistema nervioso completamente atrofiado
por la fuerza negativa de la mente, que tanto hizo por combatir
la vida en gestación de otros seres. Pasarán la existencia reclui-
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