Ramatís
tan el “maná” que nutre al espíritu en su dinámica acción angé-
lica; mas, el desequilibrio perturba a las fuerzas concurrentes,
y entonces, se producen los residuos cáusticos, que después se
depositan en la delicada circulación del periespíritu formando
una corteza ácida, movediza y viscosa que corroe, sofoca y alu-
cina. Esas son las toxinas que más tarde absorben los pantanos
en el servicio drástico de cura espiritual y cuyo proceso resulta
un atroz sufrimiento para el alma, así, como las intervenciones
quirúrgicas de vuestro mundo, donde el dolor está presente sin
ser un castigo para el enfermo.
Pregunta: ¿Existen regiones especiales para cada tipo de
sufrimiento?
Atanagildo: Aunque el alma desencarnada se puede servir
de las energías y de la ayuda que proviene desde el exterior, su
verdadero mundo, es el producto exacto de sus pensamientos,
sentimientos y deseos. En el seno de la vida cósmica todo se rige
por la maravillosa ley de atracción, pues la afinidad, aún es el
secreto de la mecánica celeste, pues aquella que es amor entre
los seres se vuelve cohesión entre los astros. De ahí el motivo, el
porqué las criaturas se reúnen entre sí por simpatía, tanto para
la felicidad y el sufrimiento como para la maldad. Los char-
cos pestilenciales del astral inferior son zonas de “absorbencia”
curativa que limpian al periespíritu de la suciedad tóxica que se
les adhiere debido a la malignidad psíquica. El espíritu víctima
de esas sustancias deletéreas, además de los dolores atroces y de
los espasmos dantescos, que incesantemente los acicatea, aún
pueden quedar privados de la facultad de moverse. Entonces
es necesaria la continua drenación de esa escoria acumulada
por demás, producida por la combustión de las pasiones degra-
dantes, del mismo modo que el pájaro afligido deberá limpiar
sus alas pesadas por el barro, para poder volar. Después de la
desencarnación verificamos sorprendidos, que la más sutil im-
presión mental del espíritu, en la carne, siempre gasta un “quan-
tum” de energía que se transfiere hacia la conciencia en vigilia
en el mundo físico, y por eso, la sutilización o condensación del
periespíritu depende del uso superior o inferior de esa energía.
Las almas se agrupan en el astral inferior por afinidad de
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