Ramatís
píritu todo su terrible tóxico, que es el producto de la experien-
cia del espíritu con los mundos físicos.
Pregunta: ¿Esos espíritus delincuentes son encaminados
directamente hacia las zonas de los charcos, a semejanza de
lo que sucede con nosotros en el mundo físico, o necesitan ser
hospitalizados prematuramente?
Atanagildo: Sucede lo contrario, pues son atraídos natural-
mente hacia esas zonas abismales y pantanosas, obedeciendo al
principio muy conocido en vuestro mundo como la ley de los
Pesos Específicos... No hay necesidad de un servicio técnico es-
pecial para transportar esas almas subvertidas a las regiones, ya
que ellas mismas se sintonizan por efecto natural de la simpatía
magnética de sus periespíritus, tal como sucede con la atracción
de las limaduras con el imán. Cuando los espíritus encarnados
prefieren atontarse en las pasiones y en los vicios degradantes,
entonces, son futuros inquilinos de los charcos astrales, pues el
cuerpo físico es apenas la barrera provisoria que los protege,
mas no puede neutralizar el eslabón de la simpatía magnética
existente hacia la región inferior.
Bajo la misma ley vibratoria, aquellos que en la vida en la
Tierra se convierten en un himno de belleza y ternura, también
se encuentran ligados íntimamente por el magnetismo elevado y
sutil que les impide sintonizarse con los charcos nauseabundos,
afinándolos a las regiones de alta espiritualidad.
Pregunta: ¿Qué idea podríamos tener de esas toxinas o car-
gas infecciosas que existen en el periespíritu de aquellos que se
degeneran en el mundo físico?
Atanagildo: El hombre común ignora que su envoltorio de
carne es la materialización grosera de su propio molde peries-
piritual, que preexiste al nacimiento físico. Aunque es de una
materia más sutil y plástica, es el verdadero sistema de energía
que realmente obedece a la dirección del espíritu. Usando un
ejemplo muy simple, os recuerdo a la figura clásica y muy co-
nocida en magia, en donde el coche, el caballo y el conductor
simbolizan respectivamente, al espíritu, la energía y la materia’,
en otros términos, el cochero representa al espíritu, el caballo la
322