Ramatís

gradados que se emancipan en medio de esas organizaciones, de 

sus señores crueles, aún se vuelven más perversos y malvados 

que sus antiguos verdugos, azotando a sus compañeros de in-

fortunio. La historia de vuestro mundo os prueba que los más 

crueles verdugos y jugadores despiadados, que eran utilizados 

para hacer cumplir la Ley, salían del medio de los oprimidos. 

¿No ocurría en medio de los soldados (comúnmente llamados 

de carrera) y aún entre los propios esclavos del Brasil colonial? 

Sin duda alguna, el mundo astral aún consagra el viejo concep-

to de que la “peor cuña, es la que sale de la misma madera”.

Muchas de las víctimas que son vilmente explotadas en 

el astral inferior, cuando consiguen alcanzar las posiciones de 

mando en esas organizaciones tenebrosas, se exceden en tortu-

ras y persecuciones odiosas contra sus compañeros infelices y 

recién llegados, que caen desamparados en las regiones inferio-

res. Recordando un concepto muy conocido en vuestro mundo, 

puedo deciros, que en el astral también se comprueba que el 

“hombre explota al propio hombre” en la ignominiosa esclavi-

tud de las pasiones degradadas.

Pregunta: ¿Suponiendo que esos espíritus de las sombras, 

pudiesen conocer la realidad venturosa de los planos superio-

res, no se decidirían a abandonar esas comunidades diabólicas? 

¿Delante del encanto que ofrece la beatitud y vislumbrando su 

futura felicidad, no serían capaces de convertirse al Bien?

Atanagildo: Si los propios encarnados —que en los inter-

valos de las reencarnaciones tuvieron las primicias del Paraíso 

y reconocen que el Evangelio del Cristo es la única salvación 

para el hombre— aún persisten en los vicios y en las pasiones 

destructoras, enfrentándose en combates sangrientos por una 

Paz levantada en base a homicidios, no creo que la inesperada 

revelación del cielo pueda convertir hacia el Bien a las orgullo-

sas comunidades de las tinieblas. Las tinieblas, en realidad, se 

originan principalmente, en la intimidad del espíritu subvertido, 

y sólo después del proceso compulsorio del dolor y sufrimiento 

purificador, rompen los eslabones de la animalidad inferior y 

favorecen la eclosión de la luz, como divino combustible que 

alimenta la ascensión angélica.

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