Ramatís

mente degradados para el sufrimiento rectificador. Se acostum-

bran con tanta facilidad a las sombras, como los batracios se 

aficionan a los pantanos nauseabundos: entonces reaccionan 

con violencia a cualquier solicitud de lo Alto que les deman-

da esfuerzos para la renovación espiritual. No desean ajustarse 

voluntariamente al mecanismo de la reencarnación y debido a 

su mente poderosa, consiguen substraerse por largos períodos 

al descenso a la carne, pues esto les ocasionaría humillaciones 

y sufrimientos a través del necesario reajuste por los dolores 

humanos. Se consideran desheredados de los bienes divinos y 

castigados por ser antipáticos a la causa divina. De ahí parte su 

deliberada y feroz resistencia contra las fuerzas del Bien, pues 

por haber purgado en los charcos gran parte de sus torpezas 

milenarias, se sienten extremadamente heridos en su orgullo 

porque la Ley los alcanzó por el propio efecto de su magnetis-

mo nocivo.

Pregunta: Esos espíritus tenebrosos eluden, entonces, la 

acción del Karma, acontecimiento éste que nos parece inade-

cuado, pues parecería haber una deficiencia en la rectificación 

espiritual obligatoria.

Atanagildo: No hay tal cosa, pues son almas endurecidas 

que desde tiempos inmemoriales, por su orgullo y rebeldía sis-

temática contra la Luz, simbolizan a la figura de Lucifer, pues 

prefieren “caer” satánicamente en el reino de las tinieblas del 

astral inferior, a realizar cualquier esfuerzo pacífico o sacrificial 

con las Luces del Señor. Es el amor propio de la vieja figura 

humana del “Ángel Caído” que se rebela contra su Magnánimo 

Creador, engrosando las filas de esas comunidades en donde 

también cayeron víctimas y sufrieron la perversidad de otros 

impíos hermanos rebeldes.

Pregunta: ¿Si concebimos la idea que el Diablo y el Infierno 

son estados de rebeldía espiritual provisoria, no habrá llegado 

el momento de redención espiritual para esas almas rebeldes?

Atanagildo: Sin lugar a dudas, que es así. Todos los esfuer-

zos de las huestes del Bien que circundan a la Tierra, siempre 

han tratado de redimir a las almas rebeldes y salvarlas de las 

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