Ramatís

mientras que la Providencia del Creador socorría a esas cria-

turas con la terapia voraz de los insectos, aves y animales que 

constituyen una fauna demoníaca. Eran horrendos, ávidos y 

destructores, pero también instrumentos benéficos que en for-

ma de macabros transformadores vivos, consumían larvas y 

todas las creaciones deletéreas producidas constantemente por 

el psiquismo enfermo de aquellos espíritus pervertidos, por el 

mal uso que habían hecho de los bienes santificados de la vida 

humana.

Pregunta: ¿En base a los acontecimientos tenebrosos que 

nos describís, no podrá haber una cruzada por parte de la Ley 

Divina, que curase a los infractores con métodos menos atroces, 

sin llegar a ese extremo que para nosotros resulta inconcebible?

Atanagildo: No son casos de puniciones deliberadamente 

aplicadas por Dios a sus hijos pervertidos o enfermos de espíri-

tu, es el resultado del efecto común de las leyes trascendentales, 

de naturaleza “químico-astro-mental” que actúan sin propósi-

tos punitivos, sirviéndose de formas vivas y asquerosas para 

consumir el veneno peligroso de aquellos que lo generan en sí 

mismos.

Así como creó el urubú terrestre, que goza de fama por ser 

el mayor higienizador del mundo, la Providencia Divina creó 

esas especies repugnantes en las regiones astralinas apestadas 

por la mente humana, las cuales se vuelven benefactoras porque 

limpian el ambiente corrompido de esos suburbios, llenos de 

las más extremas miserias que el psiquismo humano envene-

nado puede generar. Si esto no fuera así, hasta los abnegados 

espíritus benefactores no podrían permanecer en esos lugares 

por mucho tiempo, para socorrer a las almas que ya hubiesen 

purgado sus imperfecciones, lavadas en el tanque de lágrimas 

creado por el sufrimiento purificador.

Así como las colectividades microbianas destruyen los teji-

dos putrefactos, en el seno de la tierra amiga de los cementerios 

del orbe; esas especies astralinas deformadas y voraces que se 

alimentan de las emanaciones del psiquismo enfermo, impiden 

que se petrifique indefinidamente ese mundo pavoroso en el 

Más Allá.

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