La Vida Más Allá de la Sepultura 

no me era posible elevar a mi periespíritu para marchar sobre 

la ciudad impregnada de elementos nocivos y de magnetismo 

tan opresivo.

Si desmaterializaba el traje de fluidos densos, que elabo-

rara y absorbiera para hacer más compacto a mi periespíritu, 

terminaría perdiendo el contacto con el medio ambiente, y en 

consecuencia, sería atraído hacia mi plano vibratorio más sutil 

de la metrópoli del Gran Corazón. Entonces me armé de toda 

buena voluntad y energía mental, para lograr pasar cuidadosa-

mente entre aquella masa humana, que calculé, serían varios 

millares de seres abatidos y diseminados por el suelo, como el 

ganado en el matadero.

Pregunta: ¿Encontrasteis aves o animales en esas ciudades 

de espíritus rebeldes?

Atanagildo: Me enfrenté con grandes cantidades de anima-

les de forma reducida y bastante excéntricas; algunos parecían 

ratas de color indefinido y con cola de escorpión, decenas de 

otros tipos, se asemejaban a ciertos reptiles, algunos con aletas 

móviles y otros con pequeñas trompas movedizas con las cuales 

vampirizaban a los infelices caídos. Se multiplicaban las más 

absurdas especies aladas, extremadamente repelentes en sus 

configuraciones, colores y movimientos, ante las cuales, el feo 

murciélago terrestre se vuelve un pájaro cautivante.

Había un tipo de cuervo bravío, saltón y osado, muy ham-

briento y despidado que causaba terribles torturas a esos infeli-

ces, porque en su delirio por devorar las emanaciones deletéreas, 

especie de “carne mental”, arrojábase famélico sobre los más 

debilitados, hiriéndoles profundamente y éstos se limitaban a 

reaccionar con algunos gemidos lastimeros. Miré alrededor y 

reconocí la imposibilidad de resolver tan dantesco problema, 

pues me enfrentaba con un pavoroso e indescriptible cuadro de 

sufrimientos, pero absolutamente necesario para que esas almas 

se despojasen de sus ternezas y degradaciones, conforme a las 

leyes de la química trascendental.

Los venenos generados por las degradaciones mentales, se 

iban materializando en forma de líquidos viscosos, nauseabun-

dos y cáusticos oup atrofiaban los órganos v producían llagas, 

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