Ramatís
ras de la más crasa brutalidad, avaricia, ambición, libinosidad y
la terrible sensación de envidia mezclada al más feroz egoísmo,
como prueba evidente de la lucha y la competición subversiva
muy común entre los malhechores.
A medida que avanzaba entre las calles tortuosas y oscuras,
que hacían evocar en mi pensamiento, las callejuelas de la Edad
Media, mermaba entonces la pesada niebla que me envolviera
a mi llegada, a la vez que percibía a la distancia un claro, débil
y fogueado que despuntaba en el horizonte neblinoso. El hor-
rendo espectáculo de las escorias vivas aún no terminaba, pues
continuamente surgían otros infelices que presentaban repulsi-
vas deformaciones en sus periespíritus, muchos de ellos estaban
como doblados sobre sí mismos mostrando úlceras extrañas,
atrofias extravagantes y padecimientos que no podrían descri-
birse ni por la pluma del más trágico y mórbido de los poetas,
tocado de piedad humana.
Pregunta: ¿Esa ciudad es el producto de un estancamiento
humano incontrolado, o posee calles trazadas convenientemen-
te, con instalaciones indispensables para llevar una vida en co-
mún?
Atanagildo: Más tarde, vine a conocer toda la topografía de
la ciudad y comprobé cierto sentido directivo de la colectividad;
pero, también verifiqué que aquella comunidad había parado
en el tiempo, pues su metrópoli es copia exacta de los hábitos y
sistemas urbanos completamente en desuso en las ciudades mo-
dernas de la Tierra. Su arquitectura y costumbres de naturaleza
conservadora y empobrecida, me recuerda a las realizaciones
de algunos pueblos asiáticos de los siglos XVI y XVII, de los
cuales aún hay vestigios en ciertas regiones de Asia. El atraso
me pareció tan contradictorio con la evolución actual, como si
algunos de los pueblos de la Tierra, se obstinase en manejar
pesados instrumentos agrícolas, primitivos y propio de las épo-
cas olvidadas, aunque pocos pasos más adelante, otras criaturas
manejaran modernos instrumentos agrarios mecanizados.
En esas ciudades anacrónicas y subvertidas del astral in-
ferior, existen ciertos planos y proyectos severos en desenvol-
vimiento, organizados por la fuerza de las circunstancias y del
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