Ramatís

individuos que transitaban por el suburbio, bajo cuya intensa 

neblina plomiza pude efectuar mi materialización rápida, sin 

provocar desconfianza o curiosidad.

Pregunta: ¿Cuál fue la sensación que experimentasteis en 

ese medio opresivo y con el periespíritu tan denso?

Atanagildo: En comparación con mi libertad en el ambien-

te de la metrópoli del Gran Corazón, me sentí como inhibido 

en casi todos mis movimientos, como si estuviese actuando en 

un organismo de carne terrena, perturbado por una parálisis. 

Algo parecido a un hollín húmedo se filtraba a mi cuerpo etéreo 

que oprimía todos los movimientos. Bajo inauditos esfuerzos, 

para someterme a ese heroico curso de auxiliar de las zonas 

sombrías, dinámico mi voluntad casi extinguida, a fin de impul-

sar con éxito a mi vehículo periespiritual a través de las calles 

suburbanas, cuajadas de desperdicios y criaturas en las más pe-

nosas situaciones, mezclándose los tipos de seres con aspecto 

bovino y repugnante, con otros de rostros de hiena y buitre.

Pregunta: ¿Qué sensación tendríamos nosotros, como ter-

ráqueos, si fuésemos sometidos a esa condición tan opresiva, 

como sucedió al hermano?

Atanagildo: Sería lo mismo que cayeseis a un pantano nau-

seabundo y fueseis obligados a soportar por cierto tiempo, el 

lodo repugnante alrededor de vuestro cuerpo físico, ensuciando 

las narices, los labios y oprimiendo vuestros movimientos.

Pregunta: ¿Cuál sería la idea más precisa que podríamos 

tener de la vida en común, ea las ciudades inferiores?

Atanagildo: En general, aunque se note cierto orden ad-

ministrativo en la zona central, no dejan de ser comunidades 

des-prolijas, con medios de vida extravagantes, porque sus ad-

ministradores viven dedicados al placer y a la ociosidad.

Sin embargo, pude identificar en una de esas ciudades que 

visité, algunos componentes de nuestra metrópoli, en tareas 

sacrificiales, las cuales, después se dieron a conocer a nuestro 

equipo por señas particulares, prosiguiendo su camino simu-

lando ser habitantes comunes de la ciudad, como si estuvieran 

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