La Vida Más Allá de la Sepultura 

aliada a una fidelidad canina hacia sus superiores.

Dos tercios de la población estaban esclavizados y la liber-

tad anulada por un poder oculto, infernal, excepto el tercio de 

privilegiados que ejercían terrible tutela sobre los demás.

Pregunta: ¿Qué analogías habéis notado entre las ciudades 

del astral inferior y los núcleos civilizados de la superficie de 

nuestro globo?

Atanagildo: Desconozco otros tipos de comunidades, en el 

género, que existan en otras regiones astralinas; las impresiones 

que estoy dando están basadas sobre las comunidades del as-

tral, de las cuales la metrópoli del Gran Corazón tiene especial 

interés en rescatar espíritus sufrientes bajo su jurisdicción espi-

ritual. Como esas comunidades funcionan hace mucho tiempo 

en el astral inferior y evolucionaron de simples agrupaciones 

rústicas, de espíritus de hombres primitivos, no presentan posi-

bilidades de grandes realizaciones en materia de modernismo, 

pues muchos de sus administradores aún no se familiarizaron 

con las últimas realizaciones científicas y artísticas de vuestro 

orbe.

Algunos de sus dirigentes son almas rebeldes y egresadas 

de civilizaciones  letárgicas y atrasadas de  Oriente;  otros,  cuan-

do estaban encarnados, atravesaron el océano Atlántico con las 

primeras expediciones después de Colón, remitidos hacia Brasil 

como la peor escoria de Europa; muchos desencarnaron en las 

costas brasileñas en sangrientos combates de piratería, quedan-

do adheridos al astral del Brasil.

No faltan criaturas de inteligencia y cultura avanzada, pero 

son almas que aún están retrasadas en su progreso espiritual, a 

semejanza de ciertas tribus de Asia, que recorren a caballo o en 

ataviados camellos las mismas carreteras que surcan los veloces 

automóviles modernos.

Por eso, esas ciudades presentan aspectos familiares con 

la arquitectura colonial de Portugal y con la de Brasil de los 

primeros siglos de su descubrimiento. Muchos de sus jefes, que 

emiten sus decretos llenos de torpeza y venganza indescripti-

bles, no son vistos ni conocidos en la ciudad, pues viven en te-

nebrosas fortalezas de aire medieval, haciendo estremecer con 

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