Ramatís

nota de estos relatos, que pueden ser un incentivo que lleve a 

nuevas indagaciones espirituales de utilidad para la vida huma-

na. Me daría por muy satisfecho si de mis relatos mediúmnicos 

pudierais extraer motivos para indagaciones justas, que puedan 

solicitarse a otras entidades de mayor competencia y de mejor 

sentimiento espiritual.

Encontré muy apropiado daros la descripción de mis úl-

timos momentos vividos en la Tierra, desde la agonía hasta el 

desligamiento final, para que tengáis algunas nociones aproxi-

madas de ese instante atemorizante y tétrico para muchas cria-

turas, que depende exclusivamene de nuestro modo de vida y de 

la naturaleza de nuestros sentimientos, puesto de manifiesto en 

las relaciones con nuestros hermanos de jornada evolutiva. To-

dos los que han ingresado serenamente en nuestra esfera espiri-

tual son los que provienen de las existencias laboriosas, afectos 

al servicio sacrificial y amorosos con el prójimo, y que vivieron 

respetuosamente las sublimes enseñanzas de Jesús.

De este modo, sin que me sea atribuida la función de “guía” 

o “mentor espiritual”, no puedo dejar de advertiros que el éxito

principal del alma, en la fase de su desencarnación e ingreso en 

el Más Allá, depende exactamente de la mayor o menor realiza-

ción evangélica efectuada en el mundo físico. Cuando aún nos 

encontramos ligados a la vida física, difícilmente comprendemos 

los mensajes de alta espiritualidad que reposan en la sencillez 

del Evangelio, que luego reconocemos como el verdadero Código 

Moral de la vida del espíritu en cualquier situación humana.

A pesar de toda la resistencia intelectual que hacemos a las 

enseñanzas de Jesús, aquí comprendemos y comprobamos que 

sólo la integración definitiva en el “amaos los unos a los otros” y 

la práctica indiscutible del “haced a los otros lo que queréis que 

os hagan” es lo que nos libra realmente de las terribles conse-

cuencias purgativas que comúnmente ligan a los desencarnados 

torturados en el mundo astral.

Hay hombres que parten desde la Tierra hacia aquí como 

si fueran fieras embravecidas por las propias pasiones, mientras 

que otros se despiden de vosotros a semejanza de lo que suce-

de con los pajaritos, que emprenden su vuelo feliz, liberándose 

de su nido sin ningún atractivo particular. Para ser feliz aquí, 

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