Ramatís

chamiento cósmico que actúa, haciendo que las energías puras 

de aquellos que vivieron dedicados a la Vida y a la Verdad, sean 

resguardadas en el cofre de su organismo de carne y purifique 

hasta el mismo medio en donde se depositan. Bajo un campo 

magnético elevado, las colectividades microbianas inferiores no 

pueden progresar, porque esas fuerzas de vida se mantienen 

bajo la energética de la luz creadora.

Pregunta: Teniendo en cuenta la prolongación de vitalidad 

en el cuerpo cadavérico, ¿el espíritu desencarnado no sufrirá 

algún día los efectos de la futura descomposición orgánica?

Atanagildo: ¡Oh, no! Si fuera así, todos los cadáveres em-

balsamados tenderían a aprisionar al espíritu desencarnado. En 

el caso que estamos tratando, el cadáver no se mantiene íntegro 

porque el espíritu se encuentre encadenado a través del último 

cordón fluídico, sino debido a la gran concentración de las ener-

gías etéricas que les transfiere el doble etérico de aquel que par-

tió, que por efecto de su voluntad altamente purificada, bajo la 

imposición de la Ley de compensación sideral. La desencarna-

ción entre seres de mucha elevación es instantánea, porque las 

fuerzas purificadas que los envuelven son intrínsecas del plano 

espiritual y pasarán a habitar después de su completa libera-

ción. ¿No acostumbráis a decir que ciertas criaturas después de 

“muertas” presentan una fisonomía serena y con una hermosa 

iluminación, como si estuvieran descansando? Es que, realmen-

te, sus cadáveres están rodeados de esas fuerzas superiores que 

irradian de su cuerpo una energía poderosa, como si fuera un 

centro profiláctico de protección y cohesión atómica.

Pregunta: ¿Por qué causa, en otros casos, los espíritus que-

dan encadenados al cuerpo físico, debiendo sufrir todas las sen-

saciones de la descomposición?

Atanagildo: En esos casos se trata de almas pervertidas que 

han empleado energías degradantes; que vivieron continuamen-

te en el reino de las pasiones ignominiosas y de los crímenes 

contra la integridad espiritual. Sus cuerpos se transforman en 

cadáveres aplomados a las energías del astral inferior, que en su 

reciprocidad circulatoria condensa y fortifica el “cordón platea-

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