Ramatís
si me hubieran sumergido en medio de un violento trueno, que
hizo estremecer mi individualidad espiritual. En realidad, me
habían cortado el llamado “cordón plateado” cuya citación, en-
contraréis en las obras esotéricas terrenas (Citado también en la
Biblia: Eclesiastés 12-6. 248), que significa el último lazo para
cortar la técnica sideral, a fin de que el espíritu se libere defi-
nitivamente del cuerpo carnal, pero, el momento exacto para
romperse este lazo citado, varía de un espíritu hacia otro, pues,
he observado en muchos casos, que esa operación sólo se realiza
en el momento de salir el féretro hacia el cementerio. Existen
infelices almas pecadoras, que debido a su desequilibrio psíqui-
co no favorecen la intervención de la asistencia espiritual en la
desencarnación y tienen que soportar la fragmentación natural
de ese “cordón plateado”, que se rompe algún tiempo después
en la tumba, haciéndoles sentir todos los fenómenos horrendos
de su propia descomposición cadavérica.
Pregunta: Esa demora en romper el “cordón plateado” en el
cuerpo inerte, ¿presta algún beneficio al desencarnado? ¿No es
inútil esa ligazón entre el alma y el cadáver?
Atanagildo: A veces no conviene la liberación rápida, para
que el alma no entre súbitamente en el mundo astral, pues ese
mundo es demasiado sutil y plástico a las emisiones del pensa-
miento, que amplifica y superexcita todos los cuadros menta-
les que aún se mantienen desordenados en el periespíritu del
desencarnado. La permanencia demorada junto al cadáver fa-
vorece al periespíritu en su intercambio energético con el vita-
lismo natural del medio físico que fluye de la carne densa y se
disocia en el conocido fenómeno de la radiación dispersiva, tan
común en ciertos minerales, aunque sus moléculas de hierro,
sodio, magnesio, flúor, calcio y otros se aglutinen en la sangre
por procesos diferentes.
Sabiendo que la materia es energía condensada —y este es
un conocimiento que está en posesión de la ciencia de vuestro
mundo—, ni bien comienza la disolución del cuerpo físico esa
energía hasta entonces acumulada tiende a liberarse rápida-
mente y entonces el periespíritu —centro energético que actúa
en un plano vibratorio más sutil— aprovecha automáticamente
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