Ramatís
el momento que emana el contenido lechoso de la zona abdomi-
nal y se eleva hacia la mente para consubstanciar al periespíritu
desencarnado, es justamente la fase más aflictiva, que para la
visión física, es agonizante presenta los síntomas conocidos por
la falta de aire o llamada “oran disnea” en terminología médica,
haciendo desesperados esfuerzos para sobrevivir en el mundo
físico. Entonces, se trataba un desesperado combate entre el es-
píritu que lucha para desprenderse del capullo de la carne y el
cuerno, que intenta sobrevivir a través de todos los recursos
adquiridos por la sabiduría instintiva del animal milenario.
Recrudeciendo los efectos de las medidas liberatorias, apa-
rece el tradicional “amorotamiento”, muy conocido popular-
mente cuando se terminan todas las esperanzas de salvación
corporal para el enfermo que va caminando hacia el estado de
coma. El desencarnante hace heroicos esfuerzos para hablar,
mientras que su mente bastante agudizada lucha para mantener
la dirección física que se le escapa. La inmovilidad del centro
etérico de la Laringe neutralizado en su función intermediaria
entre el periespíritu y el cuerpo físico sólo le permitirá producir
estertores, que angustian a los presentes.
Es verdad que la desesperación v la aflicción en la hora de
la muerte depende fundamentalmente del grado de evolución
espiritual del paciente; hay almas que desencarnan con tal se-
renidad espiritual que vosotros las comparáis con la muerte de
los pájaros mientras que otros, atraviesan ese momento en la
más terrible lucha para coordinar el raciocinio y hacer esfuerzos
verbales intentando sustentar con eso el organismo que se agota
en su vitalidad. El cuerpo físico batalla heroicamente v prepara
todas sus energías instintivas, antes de rendirse definitivamente
a las fuerzas que paralizan la vida en el mundo material. La
motricidad orgánica vibra y pulsa en su última tentativa de su-
perar la ausencia de los estímulos cardíacos, que disminuyen
gradualmente. Los dos mundos luchan en un esfuerzo hercúleo,
más la victoria pertenece a los técnicos del Más Allá, porque
después de la liberación del contenido lechoso, a que me referí,
ninguna fuerza humana conseguirá que el desencarnante retor-
ne a su centro de vitalidad animal.
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