La Vida Más Allá de la Sepultura
en que la familia del moribundo más se desespera, acudiendo
apresuradamente a la bolsa de agua caliente para colocarla en
los pies helados. Desde el momento que los técnicos activan, su
intervención desencarnatoria, es suficiente que apliquen algunos
pases magnéticos en el centro astral, a la altura de la región cor-
dial del cuerpo físico, para que disminuya el ritmo funcional del
corazón y se precipite la agonía.
Pregunta: ¿Qué cuadro clínico presenta para nosotros, los
encarnados, el agonizante en el momento que se libera de aquel
contenido lechoso a que hicisteis referencia?
Atanagildo: No debéis olvidar, que describí esa sustancia
lechosa, invisible para los ojos de la carne, conforme se me pre-
sentó a mi visión espiritual, pues aunque sea una sustancia fluí-
dica, a mí se me figuraba bastante parecida a un gas pastoso
y de aspecto lechoso. Algunos médiums videntes, de la Tierra,
cuando logran verla en su exudación durante la desencarna-
ción, la describen como si fuera un cono con muchas franjas,
parecido al tradicional pino de Navidad. Es una sustancia que
sale por encima del ombligo y que al llegar al nivel del periespí-
ritu, tiende a alcanzar la garganta, en un esfuerzo de proyección
triangular, y que después es exudada, se elimina toda posibi-
lidad de prolongar la vida del moribundo. Algunos médiums
experimentados, al ver astralmente ese contenido lechoso a la
altura del vientre del enfermo, saben perfectamente que desapa-
rece toda posibilidad de salvarlo.
Después de exudada totalmente la sustancia a que me re-
fería, es absorbida por una llama que se encuentra en el centro
craneano, cuya luminosidad no tiene analogía con la luz físi-
ca: está compuesta por un quimismo muy alto, producto de la
condensación de la energía del plano mental superior; su color
oscila entre el lila y el violeta, variando en sus matices y ful-
guraciones doradas. Esa admirable llama, representa el último
y más importante trabajo del “centro psíquico” o “mental” en
la fase desencarnatoria, cuando absorbe la energía intermedia,
proveniente del “centro físico” situado en el vientre, pasando rá-
pidamente a formar y sustentar la configuración definitiva del
periespíritu, que se manifiesta con visor en el mundo astral. En
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