La Vida Más Allá de la Sepultura 

para el desencarnante y contraproducente para los familiares 

que lo rodean, en el transcurso de su memoria demasiado agu-

dizada. Eso mismo, es lo que me sucedió en la última desencar-

nación, pues se me agudizó de tal modo el psiquismo, que podía 

presentir, por vía telepática o intuitiva, todos los pensamientos 

emitidos por aquellos que me rodeaban. La anulación del sis-

tema nervioso, que me paralizó los movimientos físicos, hacía 

refluir la vida interior de mi espíritu, activándome enérgicamen-

te la audición psíquica, colocándome en situación angustiosa, 

pues deseaba decir a los presentes que yo estaba vivo y amena-

zado de la lúgubre posibilidad de ser enterrado vivo.

Pregunta: ¿Después de esa intervención que describisteis, 

el espíritu abandona el cuerpo físico?

Atanagildo; La desencarnación demanda aún otras ope-

raciones complejas, pues la intimidad que se estableció entre 

el periespíritu y el cuerpo físico durante algunos años de vida 

humana, no puede deshacerse en pocos minutos, por la inter-

vención técnica de los seres de este lado. Salvo en los casos de 

desastres o muertes violentas, en donde la intervención de los 

técnicos asistentes se registra después de la muerte del cuerpo; 

las demás desencarnaciones deben subordinarse gradualmen-

te a varios procesos liberatorios, como he observado en varias 

oportunidades que me permitieron apreciar el fenómeno.

El hombre presenta, fisiológicamente, tres centros orgáni-

cos que deben merecer la mayor atención durante la desencar-

nación, cuando se trata de seres que merecen la asistencia espi-

ritual: el centro “físico” por donde se manifiesta el instinto como 

reacción, placer, dolor o movimiento, cuya zona de sensación 

está situada en el vientre, que es el campo de las manifesta-

ciones fisiológicas; el centro “astral” por el que se manifiesta la 

intuición, en armonía con el sentimiento, conocido como la zona 

de los deseos y emociones, situado en el tórax y finalmente, el 

centro “psíquico mental”, localizado en el cerebro, que es el más 

importante de los tres, porque revela la idea y también tiene re-

lación con el sentimiento. Esa es la organización principal, por 

la cual el alma percibe los valores de la verdad y el error y puede 

también, valorar el grado de su propia conciencia espiritual en 

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