La Vida Más Allá de la Sepultura
ran sujetos a los parientes, es de prever que se entregará a las
emociones contradictorias y desesperadas, se precisa preparar
el ambiente vibratorio con la debida anterioridad, para estab-
lecer un buen círculo magnético protector alrededor del lecho
del moribundo. Por eso, las operaciones desencarnatorias tienen
que realizarse gradualmente y los espíritus asistentes auscultan
las emociones de los presentes, experimentan las reacciones psí-
quicas, al mismo tiempo que observan las condiciones vitales y
orgánicas del enfermo.
Varían, pues, los métodos desencarnatorios y las medidas
preliminares en cada caso, las que dependen también, del tipo
de enfermedad que ha de provocar el desenlace, pues el espíritu
en vías de desencarnar por una trombosis o síncope cardíaco
exige un tratamiento preliminar de urgencia, muy diferente al
que se aplica al enfermo postrado hace mucho tiempo, cuya
dolencia le agota las fuerzas de modo casi milimétrico.
Pregunta: ¿Esos espíritus asistentes poseen algún aspecto
distinto o tienen vestimentas especiales que los distinga de los
demás que les confiera responsabilidad en los procedimientos
desencarnatorios?
Atanagildo: No os preocupéis por las insignias o emble-
mas, que son de gran importancia en la Tierra, pero innecesa-
rios para hacer distinción entre los desencarnados, en el mundo
astral, cuyo valor y elevación se conoce a la luz que fluye de sus
espíritus, dotados de ternura y sabiduría. En la metrópoli del
Gran Corazón se interpreta mejor aquel concepto de Sócrates
que dice: “cuanto más sabe el hombre, más se da cuenta que
menos sabe”. Por eso, ningún espíritu de nuestra comunidad,
por más evolucionado que sea, agasaja las presunciones de sa-
biduría o hace exhibiciones de adelanto espiritual. La sencillez
y la ternura son las cualidades más destacadas de los espíritus
dedicados al Bien, inspirados en el ejemplo del Sublime Guía
Espiritual del orbe, el Maestro Jesús, que demostró su grandeza
en la humanidad, al lavar los pies de los apóstoles.
He ahí el motivo por el cual los espíritus que asisten a
los desencarnantes no se diferencian de los demás siervos del
Señor; por lo menos, yo no les he notado otras condecoraciones
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