Ramatís

equipos de espíritus que deben atender a las desencarnaciones, 

siempre que los cuidados de lo Alto, reconozcan el merecimien-

to de la asistencia y protección de alguien, en la hora delicada 

del fallecimiento. En base a las diferencias de evolución y dife-

rentes situaciones particulares, que se verifican en las diversas 

desencarnaciones, os sería posible valorar la necesidad e impor-

tancia de los conocimientos especiales, por parte de los espíri-

tus asistentes a las desencarnaciones, que de ningún otro modo 

podrían cumplir con éxito tareas tan delicadas. “Esos espíritus 

técnicos” en desencarnaciones, son los que dieron motivo a la 

vieja leyenda, en donde la muerte se representa con la figura 

de una calavera que lleva en la mano una guadaña, cuya tarea 

tenebrosa es la de cortar el “hilo” de la vida humana...

No existe nada de lúgubre en ese acontecimiento tan co-

mún, que es la desencarnación; normalmente, esos espíritus 

asistentes son de fisonomías afables, dotados de buenísimos co-

razones y sano optimismo, que en nada justifica, entre vosotros, 

esos temblores de frío en la epidermis tan sensible.

Pregunta: ¿Los espíritus asistentes a las desencarnaciones 

actúan exclusivamente en la hora exacta del acontecimiento o 

precisan prepararse con cierta anterioridad, a fin de desligar 

gradualmente los lazos que unen las almas a sus cuerpos físi-

cos?

Atanagildo: Cuando consideréis el proceso de la desencar-

nación o de la encarnación, es conveniente que evitéis todo tipo 

de generalización sobre el asunto, pues no se puede ajustar con 

exactitud un caso con otro. Cada alma es un mundo aparte, que 

presenta reacciones psíquicas o psicológicas bastante diferentes 

entre sí. El bagaje milenario de cada ser espiritual, como un 

todo específico y aislado también ofrece considerables diferen-

cias de un desencarnante a último momento, para ultimar las 

operaciones del desligamiento. Eso sucede, porque se trata de 

almas evolucionadas y ligadas a familiares conocedores de la 

vida espiritual, que en vez de encadenar emotivamente al espí-

ritu eme parte, se vuelven eficientes cooperadores en la hora de 

la desencarnación.

Mientras tanto, si el desencarnante es de los que estuvie-

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