Ramatís

los técnicos de la desencarnación, junto al moribundo?

Atanagildo: ¡Sin duda alguna! Los espíritus asistentes a la 

desencarnación pueden actuar con mayor éxito y reducir gran-

demente la cuota de enfriamientos del agonizante cuando no 

hay en el recinto, fluidos imantadores de los parientes deses-

perados, y les favorece cuando el ambiente se encuentra armo-

nizado por las preces. Si fuera necesario prolongar la vida del 

moribundo, se haría mucho más fácil, en un ambiente calmo y 

envuelto por la ternura de las oraciones y no perturbado por 

fuerzas negativas, emanadas por la angustia y disconformidad 

de los parientes.

La oración aquieta el alma y eleva su padrón vibratorio y 

el instinto animal es superado por la sintonía del espíritu hacia 

los planos superiores. Promueve un estado de serenidad ínti-

ma, que se engrandece, cuando se conjuga al de otras almas, 

sinceramente ligadas por los mismos propósitos espirituales. 

Ayudada por las preces, el alma del moribundo se recompone 

y se desprende más fácilmente de los centros vitales del cuerpo 

físico, para poder ingresar en el plano astral, bajo una tranquila 

emotividad espiritual.

Después que desencarna, es muy común lamentarse de dra-

mas junto al lecho de muerte; entonces, nos sentimos avergon-

zados por nuestra gran ignorancia espiritual, al respecto aún 

tan mal interpretado por parte de los encarnados. Sólo testimo-

niaremos confianza absoluta en los propósitos insondables de 

Dios, cuando los tomamos en forma pacífica, humilde y respe-

tuosa y aceptaremos los dolores del cuerpo, como la separación 

provisoria de nuestros familiares.

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