La Vida Más Allá de la Sepultura 

preciso, a pesar de eso, ser agradecido con la materia, pues ella 

siempre se muestra benévola en cualquier circunstancia de la 

vida humana, trabajando para conseguir la pronta liquidación 

del peso kármico que traemos del pasado.

Mis pecaditos menores, que sobraban del pasado, os ase-

guro que los pagué kármicamente en el sillón del dentista, y 

los que restaban, los eliminé sudando por todos los poros en 

los días ecuatoriales o tiritando las mandíbulas bajo el frío de 

la garúa paulista. Durante el día, estaba obligado a entrar a mi 

cuerpo en toda especie de vehículos circulantes, a fin de llevarlo 

a la zona de trabajo, haciendo oídos sordos a las quejas de los 

conductores y cobradores irascibles; por la noche, traerlo de 

vuelta, para el necesario reposo en el lecho modesto del hogar 

suburbano.

Normalmente, era candidato al suicidio entre las calles del 

turbulento San Pablo, haciendo las más peligrosas acrobacias 

entre ómnibus, colectivos, automóviles y bicicletas, afanándome 

por alcanzar los lugares de protección, imitando a alguien que 

tuviese que atravesar la selva virgen bajo la persecución de can-

tidad de animales feroces.

Sin embargo, si queréis saber cómo vivo en la actualidad, 

bien lo sabréis en seguida. Basta que piense poderosamente en 

un punto dado de vuestro globo o en cualquier zona del astral 

que circunda la Tierra, para trasladarme hacia allí con la veloci-

dad del pensamiento, como acostumbráis a decir ahí en la ma-

teria. Ese trayecto lo realizo mucho más rápido que lo invertido 

por el último avión a chorro que haya producido la ciencia de 

vuestro mundo, pues alcanzo el objetivo deseado en seguida, es 

decir, después de manifestada mi intención. Todo eso lo puedo 

realizar sin los sudores ocasionados por el calor terrestre y sin 

la agitación respiratoria del cuerpo físico y, por otro lado, estoy 

exceptuado de los desastres y peligros terribles que ocasionan 

los transportes terrenos.

Pregunta: Nos agrada mucho el modo franco y sencillo con 

que nos manifestáis cosas; eso nos ayuda a comprender mejor 

las relaciones existentes entre los “vivos” y “los muertos”.

Atanagildo: Es indudable que la culpa por la deficiencia 

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