Ramatís

el fin de formar el potencial defensivo de vuestro planeta. En 

realidad es el sentido de la unificación, el que despierta.

Pregunta: ¿No podría suponerse, que esa unión de los ad-

versarios para la ofensiva contra la invasión interplanetaria, se 

debiera al interés y a la angustia de sobrevivir, más que la com-

prensión de la unidad espiritual?

Atanagildo: Aún así, quedaría comprobado, que hay en 

nuestra intimidad un “eslabón divino”, indestructible y perma-

nente, capaz de aniquilar las situaciones de la vanidad, el or-

gullo y el utilitarismo y desconfianza entre los hombres, y her-

manarlos en un solo objetivo común. No importa si lo hicieran 

por interés o instinto de conservación, lo que interesa, es saber 

que la unidad espiritual interior nivela todas las personalidades 

egocéntricas y divididas por los más contradictorios motivos, 

para confirmar que existe en lo íntimo de todas las criaturas.

Pregunta: ¿Un espíritu que desencarna en Francia, más tar-

de en Italia y después en la India, no retornará a las colonias 

astrales respectivas apegado a su nacionalismo patrio? ¿No re-

presentaría esto un círculo vicioso, en donde se cambia de am-

biente, pero que no se termina el sentimiento racista? ¿Cómo se 

ablanda ese sentido del nacionalismo terreno?

Atanagildo: El sentimiento de amor a la patria se altera 

en cada nueva reencarnación, a medida que el espíritu cambia 

de raza o de país, por eso, se registra entre vosotros aconte-

cimientos contradictorios. ¡Cuántos alemanes odian a Francia, 

sin saber que en la última encarnación fueron franceses que 

odiaban a Alemania! ¡Cuántos hombres blancos de la Améri-

ca del Norte, , odian a los negros, ignorando que en el pasado 

formaban parte I de la misma raza que ahora persiguen! En 

verdad que eso no pasa de ser una tonta transferencia de odios, 

de un lugar hacia otro, por parte del espíritu y no de la raza o 

país. Esas almas, después de la muerte del cuerpo físico, sufren 

los más pavorosos dolores y remordimientos, avergonzados de 

sí mismos, al recordar su odio racial.

Lo mismo puede suceder con las almas exageradamente 

patriotas, cuando regresan de una existencia terrena, fanatiza-

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