La Vida Más Allá de la Sepultura 

ta no hicieron méritos, pues ni siquiera han conseguido adap-

tarse a su propio territorio patrio. Allí no se admiten espíritus 

que trabajan aislados y rodeados por sus exclusivos intereses, 

egoísmos y codicias, extraños al Bien común, cual quistes que 

surgen en la sociedad. Los encarnados, ya sea en Brasil, en 

Francia, en China, en Egipto o en Groenlandia, aun se adhieren 

fanáticamente a sus intereses partidarios, credos exclusivistas o 

regímenes particulares, incrementando sus separaciones y for-

mando grupos adversarios, que tanto contrarían la armonía del 

todo nacional, como el de los mundos superiores.

Pregunta: ¿Es condenable que cultivemos ciertas simpatías 

opreferencias personales en nuestras relaciones humanas, ya

sea en las luchas políticas o en nuestros juicios, sobre nuestros 

semejantes?

Atanagildo: En donde existen preferencias personales hay 

conflicto en todo. Cuando grupos de individuos luchan y en-

tran en competición debido a las simpatías o intereses políticos 

particulares —aunque eso se juzgue como un derecho humano, 

de pensar y accionar— no hay duda que se está fomentando la 

separatividad. Los espíritus que desencarnan en conflicto con 

su propia patria, pueden no merecer censuras por sus simpatías 

opreferencias personales, pero es evidente, que aun no merecen

habitar comunidades espirituales en donde se terminaron las 

conflictos de razas, cuando más los de la patria. De acuerdo con 

la “ley de los semejantes”, serán inmediatamente atraídos hacia 

grupos de espíritus que vibran en las mismas disposiciones ego-

céntricas y separativistas.  Aquí, en el Más Allá no faltan gru-

pos  de brasileños  “separados” y  compatriotas  viciados en las 

discusiones estériles, devotos a la ambición y a la politiquería.

Muchos de ellos, que abusaron del admirable don de la 

palabra, desperdiciándola con el exceso de promesas no cum-

plidas y discusiones infecundas, cuando puedan reencarnarse 

nuevamente tendrán que hacerlo como mudos, quedando impe-

didos de conturbar nuevamente a la colectividad nacional, que 

tanto mancillaron.

Pregunta: ¿Según vuestras consideraciones, queréis decir, 

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